Redacción – Es conocido como el mejor amigo del hombre y eso se refleja en la gran cantidad de hogares costarricenses en los que se tienen mascotas, en su mayoría perros, a los que se los considera miembros de la familia.
Cuando un perro salta y mueve la cola al ver a su dueño es interpretado como un signo de afecto, pero ya que los animales no pueden hablar, ¿esto es así?
Científicos norteamericanos comenzaron a evaluar las emociones de los perros mediante escaneos del cerebro del animal y a partir de allí evaluaron sus respuestas a diferentes estímulos olfativos.
Conocido es que el perro tienen en el olfato uno de sus sentidos más desarrollados, por lo que la elección parecía lógica. Y así fue.
Los resultados parecen obvios: los perros tienen una relación afectiva recíproca con sus dueños, pero a la vez se sienten parte del núcleo familiar.
Es más, los perros confían mucho más en los humanos que en los de su propia especie a la hora de buscar afecto y protección.
Científicos especializados en las capacidades cognitivas de los animales de la Emory University, de Atlanta, Estados Unidos, entrenaron a 12 perros para permanecer quietos y así poder examinarlos en una máquina de resonancia magnética.
Así, midieron la respuesta neurológica de las mascotas al olor de personas y otros perros, tanto familiares como desconocidos.
El estudio reveló que el aroma de los propietarios activó en los canes el «centro de recompensa» en el núcleo caudado del cerebro. De todos los perfumes que percibieron, los perros siempre priorizaron aquellos que emitían sus dueños.
«La vinculación afectiva con sus dueños es mucho más importante para un perro, que para cualquier otra mascota. No por casualidad son los únicos animales no primates que miran a los ojos», finalizó Attics.