Redacción – En la final de a Champions League, Keylor Navas del Real Madrid y Jan Oblak del Atlético de Madrid protagonizarán un enorme duelo de súper porteros en la competencia.

Ambos porteros han sido cruciales esta temporada para meter a sus equipos en la final de la Champions de Milán, por un lado la pantera del Real Madrid, tiene una espectacular velocidad de reacción, mientras que Oblak tiene la gran virtud de quedarse con el balón, no despejarlo.

Keylor Navas

Despejadas todas las duda al respecto. Keylor Navas es portero para un equipo en teoría pequeño (Albacete, Levante, selección de Costa Rica) y también y de qué manera para un equipo grande como el Real Madrid, donde realmente esta temporada ha tenido tanto trabajo y lo ha resuelto tan bien como si hubiera jugado en un conjunto con menores pretensiones.

Con el aprendizaje de los dos partidos de la Champions que disputó la pasada temporada, Keylor ha afrontado la titularidad en esta competición con idéntica solvencia que en la Liga, donde ha salvado puntos con sus decisivas paradas, sobre todo en el primer tramo de Campeonato con Rafa Benítez todavía en el banquillo.

Su repertorio de intervenciones ha sido una de las cualidades que más ha llamado la atención: paradas decisivas bajó el larguero; unos contra uno en los que aguanta al portero e intenta conducirle al error; buenos reflejos en disparos de corta distancia; salidas valientes en situaciones límites, en las que siempre va con los pies por delante y abre muchos los brazos para ocupar portería…

A los 29 ha alcanzado la plenitud y todo el trabajo realizado hasta ahora ve sus frutos. Hablamos de un guardameta que, por momentos, parece un gato, con una gran capacidad y velocidad de reacción poco común.

Es intuitivo y tiene una gran fortaleza mental. Su tren inferior, la potencia de sus piernas, es base en su forma de comportarse en la portería.

Se sujeta por igual en cualquiera de las dos y uno de sus secretos mejor guardados es que intenta no perder el balón de vista en ningún momento.

 

Jan Oblak

Si los entrenadores insisten a sus hombres de ataque que es siempre conveniente finalizar las jugadas para evitar una contra del rival que pueda pillar al equipo mal colocado en el balance defensivo, más importante debe ser, si cabe, que un portero bloque los balones, se quede con ellos, acabe la jugada, evite un rechace o una segunda acción y, de paso, comience la iniciativa de su equipo.

Esta es la característica que más destaca en Jan Oblak, el portero del Atlético de Madrid, trofeo Zamora en la temporada liguera y artífice supremo en la trayectoria de la Champions, sobre todo a raíz de su gran partido en Múnich, en el que con diez paradas superó el récord de la competición.

Todo un experto el esloveno en este tipo de intervenciones. Su sobriedad de movimientos y su seguridad en el juego aéreo, que domina con autoridad, le convierten en un guardameta muy seguro, obsesionado con quedarse con el balón, con atraparlo, siempre con la protección de su cuerpo por detrás de esas dos supertenazas que tiene por brazos.

Los expertos en la portería consideran que es un cancerbero a la vieja usanza, muy académico, con una depurada técnica de salto y blocaje, producto más que posiblemente del entrenamiento diario en el que trabaja con afán y placer. Para sus casi 190 centímetros es bastante ágil. Llega sobrado a los balones rasos.

Su dominio de la situación y del área pequeña no se ajusta a sus 23 años, pero la explicación pudiera estar en que con 16 años ya debutó como profesional, aunque fuera en el Olimpija de Liubliana y que su padre, Matias, también se colocara bajo los palos de manera profesional aunque cueste encontrar información sobre él.