Redacción – Si usted tiende a comer muchas papas fritas o en general alimentos muy fritos, debe tener cuidado o al menos saber a qué se atiene.
Un componente llamado acrilamida se forma de manera natural a partir de azúcares y aminoácidos en procesos industriales a más de 120 grados de temperatura.
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) alertó de que “la acrilamida en los alimentos es una preocupación para la salud pública”, al dañar el ADN y ser cancerígena, según muestran los estudios con animales.
El consumo de papas fritas es una de las principales vías de exposición a esta sustancia cancerígena, con casi un 50% del total en la dieta de un adulto. El café y el pan blando son otras fuentes habituales.
En España, por ejemplo, un estudio de la EFSA demostró que el 17% de las marcas de papas fritas tenían exceso de acrilamida.