Johnny Saborío

Gerente General COOPECAJA


Qué lástima da saber que cada día la gente desconfíe más de los otros, incluidos sus familiares, compañeros y amigos.  Lamentablemente tienen bases para ello, han vivido en carne propia o han escuchado el relato de otros sobre las malas experiencias al servir de fiador para un crédito.

Es cierto, que a nivel general, los préstamos fiduciarios han bajado, pese a que en algunas entidades se ofrecen mejores condiciones para este tipo de crédito.

Pero recuerde que por alguien que quedó mal, hay muchas otras personas honestas, con un historial crediticio excelente y que necesitan la ayuda.

No se trata de decir NO desde que le hagan la solicitud, puede al menos pensarlo. Sí debe tener cautela, analizar a la persona que le hace la solicitud, saber si realiza una sana práctica financiera, si tiene solvencia económica y trabajo para asumir una deuda, si ha honrado siempre sus compromisos financieros.

También  es bueno que usted se asesore sobre las implicaciones que tiene fiar a una persona, como por ejemplo, que  ese monto se considera dentro de su capacidad de pago y le afecta a la hora de querer pedir su propio crédito.

En la Oficina del Consumidor Financiero, reciben un promedio de 20 consultas al mes, la mitad son de personas que están fiando a alguien y les llegó un cobro judicial, la otra mitad consultan porque recibieron la solicitud de un conocido para que sirvan de fiador y antes de decidir, quieren conocer sus responsabilidades con la entidad que otorga el crédito.

Lo que además preocupa es que muchas de las personas que no consiguen fiadores para préstamos personales recurren a endeudamiento con tarjetas de crédito.  Al 31 de octubre del año pasado, la deuda de los costarricenses con estas tarjetas  ascendía  a 1 billón de colones, según el Ministerio de Economía, Industria y Comercio, esta cifra subió en un 21% en un año.

Y lo que es peor, también pueden sucumbir al llamado de crédito fácil que hacen las  empresas o personas que  conocemos  como prestamistas, que no son regulados por la SUGEF, y aunque no exigen muchos requisitos, pueden presentar altas tasas de interés y condiciones con desventajas para el solicitante.