Erróneamente, el término "Cartagada" se ha utilizado para referirse a los fracasos deportivos del equipo de fútbol de la provincia.

Por: Lic. Ricardo Arias Martínez


“Cartagada” es un término que con frecuencia utilizan los periodistas para calificar alguna situación negativa donde están involucrados políticos, dirigentes deportivos, personajes o instituciones cartaginesas.

Dicho vocablo ha venido institucionalizándose entre los comunicadores nacionales, especialmente en notas relacionadas con el Club Sport Cartaginés, cuya larga trayectoria deportiva está cargada de situaciones anecdóticas, algunas de las cuales rayan en lo increíble.

Usualmente los periodistas lo utilizan en forma peyorativa y en ocasiones hasta en tono de mofa.

Así entonces, si un diputado cartaginés presenta un novedoso proyecto de ley resulta que es una cartagada. También si en alguna institución brumosa sucede un hecho inaudito (igual a los que ocurren en muchas otras partes del país) es calificado de esa manera.

Ese uso permanente ha llegado a rozar la majadería, pues para muchos comunicadores resulta más fácil titular o encabezar una nota con dicho término antes de pensar en otra forma novedosa para llamar la atención del lector, el radioescucha o el televidente.

Aunque existe un amplio vocabulario, ya sea para redactar una nota, intervenir ante las cámaras o los micrófonos, la mayoría se inclina por el camino fácil de calificar el hecho como una cartagada.

Espectacular, singular, insólito, inusual, único, curioso, diferente y anecdótico son palabras que igualmente se podrían utilizar sin caer en la cajonera cartagada.

Valga aclarar también que posiblemente el desconocimiento del origen de este adjetivo hace que los comunicadores incurran en el error de utilizarlo al contrario de su significado original.

Este surge de una expresión del ilustre cartaginés Ricardo Jiménez Oreamuno para referirse a todos aquellos hechos relevantes que han marcado la historia patria y en la cual han estado involucrados cartagineses.

Es así como una de las primeras cartagadas de la historia nacional fue protagonizada por el presbítero Florencio del Castillo, nativo de Ujarrás, quien se desempeñó como nuestro representante ante las Cortes de Cádiz y se destacó en la defensa de los derechos de los indígenas americanos.

Otra de ellas fue la protagonizada por el joven cartaginés Pablo Alvarado, el primer centroamericano en levantar la voz por la independencia, hecho acontecido en 1808, cuando estudiaba medicina en la Universidad de San Carlos de Guatemala, razón por la cual fue encarcelado.

Es también una cartagada cuando el 29 de octubre de 1821 se convoca a cabildo en la Vieja Metrópoli para declarar la independencia.

Más cartagadas son la creación del primer colegio del país, el San Luis Gonzaga, en 1842. Asimismo la publicación del primer periódico costarricense por el padre Joaquín Bernardo Calvo.

Otra bastante desconocida fue protagonizada por el valiente soldado cartaginés Luis Pacheco Bertora, teniente en la Batalla de Rivas, al ser el primero en intentar quemar el mesón, lo cual no consiguió al caer herido, para dar paso a la acción heroica de Juan Santamaría. También las temerarias acciones de la tareña Pancha Carrasco en esa misma Campaña Nacional, las cuales la consagraron como heroína nacional.

Que la educación sea pública gratuita, obligatoria y costeada por el Estado es una cartagada de don Jesús Jiménez. Cartagadas son también cuando han coincidido tres cartagos en la presidencia de los poderes de la República o el propio Ricardo Jiménez, único ciudadano que ha ocupado el más alto cargo en esas tres instancias.

También es una cartagada levantar una ciudad que ha sido devastada tres veces por terremotos y salir adelante tras el embate de las inundaciones del río Reventado y las erupciones del volcán Irazú.

Asimismo es la acción valerosa de un grupo de campesinos de Llano Grande que fueron masacrados por defender la pureza del sufragio o que Angela Acuña Brown se convirtiera en la primera abogada del país.

Son cartagadas las reformas impulsadas por el general Jorge Volio, la creación de la primera escuela del país (la del padre Peralta, aún en funcionamiento), el primer colegio vocacional (Covao), la primera universidad técnica (Instituto Tecnológico) y ser sede del equipo decano del fútbol nacional, el Club Sport Cartaginés.

Es una cartagada también que Melico Salazar hiciera que el público vibrara de emoción en el Metropolitan Opera House o que la soprano Iride Martínez se destaque en escenarios europeos de renombre. Igualmente que por más de 40 años el país haya bailado al ritmo de Los Hicsos.

Definitivamente la lista de cartagadas es larga; así podríamos seguir enumerando una serie de hechos, cosas y gentes e incluso matizarlas con los versos del turrialbeño Jorge Debravo.

Son acciones valiosas que han propiciado el desarrollo de nuestro país para ofrecer mejores condiciones de vida a la población costarricense. Sin embargo corro el peligro de que esta lista no sea bien aceptada por algunos y me tilden de cometer otra cartagada.

En todo caso dejo aquí esta reflexión con la esperanza de que en el futuro los comunicadores puedan ampliar su léxico para evitar el uso de este término de manera peyorativa. Creo que los cartagineses estaríamos muy agradecidos si con más frecuencia se resaltaran nuestros valores. Parece que muchos solo ven el punto negro en la pizarra blanca, pero casi nadie habla de la gran pizarra blanca con un diminuto punto negro.