Redacción- En una de las barriadas más conflictivas del sur de San José, la esperanza de una vida mejor para sus olvidados habitantes llegó hace más de 16 años, cuando el obispo de aquel entonces  designó como párroco de Cristo Rey a Sergio Valverde, un carismático sacerdote que llegó para dejar huella.

El inicio no fue nada fácil. Su interés por rescatar a la gente de las drogas le generó amenazas de muerte, fue víctimas de asaltos y robos. Sin embargo, nunca desfalleció. Se mantuvo firme y conquistó el corazón de miles de personas, principalmente de los niños.

El Padre Sergio, podemos decir, hoy tiene más de 52 mil hijos solo en Costa Rica que alimenta todos los días. De ellos siete son africanos que recientemente llegaron al albergue de la Asociación Obras del Espíritu Santo, organización fundada y dirigida por él mismo.

Generalmente, cuando se toma la decisión de asumir el sacerdocio se renuncia a ser papá, pero en su caso ocurrió todo lo contrario. ¿Cómo asumió esa paternidad en su vida?

No por casualidad nos dicen padre. Como dice la palabra, el apóstol Pablo, engendramos en la fe, cuando se predica, cuando se bautiza, pero sobertodo de una manera especial en la catequesis y en la evangelización siempre se es papá. En mi caso, pues llega a plenitud por tantos hijitos que Dios me ha regalo. Lo asumo con sacrificio, alegría y entrega. Al mismo tiempo, uno dando es como recibe, entonces hoy tengo miles de hijos y eso me hace un papá muy feliz.

¿Cuántos hijos tiene?

Es muy difícil contarlos porque ya la numeración es tan alta, pero si me voy solo a lo oficial diría que solo en Costa Rica más 52 mil, pero también tengo hijos en Nicaragua, Guatemala, Cuba y en muchos lugares más. 

¿Cómo nació en su interior esa bonita necesidad de adoptar tantos niños abandonados?

Lo entiendo con humildad. Es un don de Dios. Él es el que me llamó para eso. Yo no hubiera tenido la capacidad de amar tanto. Yo no hubiera tenido la capacidad de escoger lo más lindo, fue el quien me insinuó al oído que la mejor parte era estar con los niños. La encontré y hoy es el tesoro escondido. Desde que estoy con los niños renuncié a todo, ya no quiero nada, lo encontré todo. Los niños y los pobres son la combinación perfecta para ser feliz en esta tierra.

Un papá afronta momentos felices y amargos. ¿Cuáles lo han marcado más?

Cuando está alguno enfermo, cuando es algún un padecimiento y humanamente no hay nada que hacer,  cuando uno se da cuenta como ha sido tan maltratado, abusado un niño o una niña a uno le parte el alma…

Sobretodo cuando hay casos que les estamos dando seguimiento y por alguna circunstancia los sacan para llevárselos a otro albergue o sus papas no tienen interés de que estén estudiando con nosotros y prefieren llevárselos aún sabiendo de que no es lo mejor. En ese momento uno se siente impotente, en ese momento uno deseara tener todo el poder del mundo para tomar a ese niño para que no se lo lleven a un lugar de tanto dolor. Si embargo, debemos respetar a la ley aunque no esté siempre a favor de los niños.

¿Padre ha llorado por sus hijos»

Yo creo que lloro todo los días, pero no solo de tristeza, sino lloro de alegría. Cuando los veo y se me tiran encima y me dicen papi, papá o papi padre y las cartas que me dan… las cartas que me dan por ejemplo para el Día del Padre… ¡Uy, quizás sea uno de los papás que tengas más cartas en el país o el mundo! Y lo que me dicen en las cartas, las frases de amor, de gratitud de los niños, cuando debo ser yo quien está agradecido. ¡Eso me parte el alma!

El verlos comer, después de que estaban tirados en una calle, abandonados o unos enfermitos y hasta desnutridos y ahora verlos gorditos, tomar leche, su cereal, su sopita, comerse un helado, llevarlos a pasear, verlos hacer la primera comunión, verlos en la iglesia, verlos cantar, verlos felices…. ¡Soy más feliz yo!

¿Cómo combina sus obligaciones y ser papá?

En principio todo sacerdote debe ser papá. Creo, sin temor a equivocarme, que uno apende a amar hasta que es papá o mamá. Ninguna combinación de amor es tan plena como la de papá o de mamá. Uno aprende a amar hasta que ama a sus hijos.

No importa lo que le pase, lo que te diga, no importan los horarios,  no importa la salud, no importa la vida con tal de que ellos estén bien. En ese mismo sacrificio, si se puede decir sacrificio porque yo lo veo como entrega de amor, está la misma compensación porque la alegría de un papá es ver a sus hijos.felices.

¿Es usted un cura diferente a los demás por vivir esa experiencia de ser papá?

El tema de compararme no me corresponde, pero por hacerlo soy el sacerdote sino más feliz del mundo, por lo menos voy en el segundo lugar. Eso me hace muy feliz, abrazarlos, sentir que son un regalo de Dios en dos piecitos, con sonrisas y lágrimas algunas veces, poder alzarlos y verlos crecer es lo mejor. Por eso el diablo quiere destruir a los niños porque son la felicidad de este mundo

Sus hijos son muchas veces niños que vienen de hogares donde la prostitución, las drogas y la violencia han estado presentes. ¿Cómo ha manejado esa triste realidad para sacarlos adelante?

El amor, el pan, la sonrisa y el evangelio son el idioma universal. Para Dios no hay nada imposible. Son procesos de sanación que se llevan muchos años o hasta toda una vida. Lo importante es empezar y se empieza con un pedacito de pan. ¡Y ese pan es el misterio! Por eso Jesús siempre daba de comer. El señor por medio del pan nos atrae. Toda persona necesita pan. Yo al darle un pedazo de pan de manera especial es el primer instrumento. Difícilmente, yo le voy a decir a un niño Dios te ama si tiene hambre, es más fácil decirle Dios te ama dándole de comer.

¿Cuántos niños más espera rescatar?

Todos los que pueda, hasta que Dios me llame a la eternidad. Porque nací humildemente para trabajar y dar la vida por los niños. La vida se la entregué a Dios para los niños y lucharé contra lo que sea, para lo que venga, menos contra mi obispo porque vivo en comunión con él. En la comunión está en la vida.

Ya son 16 años de esta labor y algunos niños ya son muchachos grandes. ¿Lo ven como un papá todavía?

Me ven como un papá y yo los veo como hijitos. Y para un papá los hijos no crecen, aquí vienen aquellos que los tuve de dos, tres y cinco añitos. Algunos se hacen más grandes que el papá, pero para mi siguen siendo mis chiquitos de ayer.

Un mensaje para los papás en su día

Dense la oportunidad de ser papá. No sean papá billetera, papá 14 o 28 de cada mes o papá que da comida o uniforme. Sea un papá verdadero, que abrace, dele mil besos por segundo a sus hijos, dese la oportunidad de abrazarlos siete veces por segundo. Demuéstreles cuánto los ama.

Necesitamos papás cariños, papás cercanos.