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Por Gustavo Araya

Cuando hablamos del Turismo, básicamente todos en Costa Rica tienen claro que es el motor de la economía. Casi todos los políticos de turno hablan de la importancia de la misma. Los encargados de las arcas nacionales también lo replican. Pero a la hora de desarrollar políticas públicas en torno a ello, ni si quiera en el papel se queda. No existe ningún tipo de política pública que amalgame todas las instituciones públicas para una cohesión del Turismo.

El más claro ejemplo de ello es el Sector Financiero. Según lo establece la SUGEF menos del 1% de la cartera crediticia nacional corresponde al sector Turístico. Así como lo escucha. No hay truco en el dato. De toda la inversión Turística que es superior a los US$25.000 millones de dólares en todo el territorio nacional, los bancos solo han financiado cerca de US$250 millones de dólares. Y casi puedo apostar, que en su gran mayoría son proyectos fuertes que si bien también requieren inversión es probable que tengan otras fuentes de financiamiento.

Sumado a ello debemos acotar lo probablemente tedioso que ha sido para todos esos con suerte que si han logrado un financiamiento nacional. Y para muestra, un botón: recientemente se cuestionó precisamente un crédito a una empresa Turística y, -sin entrar en detalle del fondo (porque además lo desconozco)-, lo que realmente sorprende es que parte de las acusaciones por tráfico de influencias es que el crédito tardo un “tiempo record” de “solo” seis meses. A ver si entendemos. De Acuerdo al actuar de la Banca Nacional, seis meses es “muy poco tiempo” para obtener un crédito, de una empresa hotelera, en operación, con un avalúo que asegura el bien en más del 60% de lo financiado, de un grupo hotelero de los más exitosos del país y cuyos socios son muy fuertes a nivel Latinoamericano, y con la marca hotelera como franquicia más importante del mundo. A mí, hasta pena me da pensar que esto ocurre en un país que se dice de primer mundo. Si esto le ocurre a este tipo de cliente, solo imaginen lo que le sucede a un pequeño emprendedor que quiere iniciar un negocio pequeño.

Por su puesto que comprendo que no se debe por ello, flexibilizar los controles, pues en al caso de la Banca Estatal, los fondos son públicos. Sin embargo, en el balance debe estar el secreto. Y es que la ya muy famosa y trillada frase: “Es un requerimiento de SUGEF, no del Banco” es la más común de las excusas para desincentivar el progreso y el desarrollo en el sector que sin lugar a dudas mueve la economía del país.

De los más de US$3900 millones de dólares que probablemente ingresen al país este año por Turismo, más de US$3400 penetraran de nuevo a la economía costarricense logrando un efecto de generador y multiplicador que ningún otro sector o industria pueda emular.

En el caso de la MYPIMES, el problema se agrava más. Lo ocurrido antes del año 2007 generó mucha irresponsabilidad, donde, ahí sí, se relajaron todos los sistemas de control, se permitieron proyecciones tan alegres como irrealistas lo cual originó en una vorágine de préstamos a cuanto proyecto tuviera la palabra “Turismo o Bienes Raíces”. Esto genero un severo golpe a las finanzas de los bancos, principalmente los estatales que hasta generó una frase que aún resuena por los pasillos de los bancos, emitida por un vicepresidente de la República: “Costa Rica debe dejar el Turismo y buscar otro Nicho y los Bancos no deben prestar más”. Esta frase ha sido negada por el propio autor, y muchos de sus colegas, pero los hechos, las circunstancia y lo que ocurrió con la Banca después de la supuesta autoría de esa frase hace presentir que sí ocurrió.

Muchos de esos proyectos turísticos ahora no operan o lo hacen con números rojos que solo sobreviven por el aliento y esperanza de sus propietarios que un día sí, y otro también, sacrifican su vida en tratar de hacerle frente a sus obligaciones. Por supuesto, que como todo en la vida, “de todo hay en la viña del señor”, y habrán unos cuantos despreocupados que aprovecharon esos préstamos, compraron carros y casas de lujos y solo esperan que en procesos de años los bancos rematen su empresa, pero no sus pertenecías. Dichosamente, esos son la minoría, pero estos han generado esta “desconfianza” generalizada que nos tiene en la apremiante situación de poco financiamiento actualmente.

Pero ¿quién debe dar el banderazo de salida? ¿a quién corresponde generar esa política pública que promueva, el financiamiento responsable del Turismo? Tenemos un claro ejemplo de a quien o quienes. Cuando el Gobierno actual del PAC decidió eliminar el oligopolio del Cemento, el Gerente General del Banco, en conjunto con el Ministro de Economía, de Presidencia y hasta el presidente de la República promovieron lo que fuera necesario para cambiarlo. Para bien o para mal, se hizo. Requirió únicamente de la voluntad de todos estos actores (y unos cuantos más aparentemente, pero eso no es el tema de esta columna) para que se activara. Esa misma política pública que creó ahora un oligopolio, pero de tres (porque tampoco fue que se abrió el mercado), fue posible para un sector que no mueve ni el 15% de lo que moviliza el Turismo, pero aun así no ha sido posible que estos actores generen las mismas acciones realizadas para el Cemento.

Vendrán nuevos actores políticos en los próximos días. Debemos en Turismo estar muy atentos ante los llamados de los candidatos y sus grupos económicos sobre este importante Sector y sobre todo sobre el desarrollo de políticas públicas en torno a desarrollar y promover este importante motor de la economía.