Cada fin de semana, la policía detiene a 20 personas miembros de barras por disturbios. Foto: Al Día Chile.
  • En lo que va del año, policía ha detenido a 111 personas por disturbios por fútbol
  • Según experto, barras se llenan de asaltantes, asesinos y narcos por filtración de pandillas

San José – Desde la década de los 90’s, la pasión por el fútbol y la seguridad en los estadios costarricenses son secuestradas por pandilleros que se filtran en las peligrosas barras, las cuales cada año se adueñan de los espacios del deporte con disturbios que acaban con heridos y decenas de detenidos.

Según datos del Ministerio de Seguridad Pública, por torneo nacional, las autoridades detienen a 300 personas que más allá de apoyar a los equipos nacionales, provocan situaciones de conflicto, no solo durante o después de un encuentro, sino hasta tres horas antes de llegar al determinado estadio.

Cada fin de semana se detienen en Costa Rica un total de 20 personas que están relacionadas con el deporte de mayor atracción del país. La mayoría son por consumo, tráfico y venta de drogas ilícitas (55%), perturbaciones del sosiego público, propiamente alborotos y desórdenes (20%), así como desobediencia e irrespeto a la autoridad (18%) y portación de armas punzocortantes o armas de fuego (7%).

Solo en lo que va del año, la Fuerza Pública registra 111 personas procesadas. Tal fue el caso de este fin de semana, cuando se detuvieron a 55 personas por los disturbios generados en el Estadio Fello Meza por el partido entre Cartago y Heredia y que dejaron una persona con una fractura en el cráneo y varios detenidos por tentativa de homicidio calificado.

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Gerardo Castaing, criminólogo experto en temas de seguridad, aseguró que las barras de fútbol se han convertido en organizaciones criminales que se deben atender con determinación, pues ya no se tratan de grupos que simplemente dan apoyo emocional a sus equipos.

En el 2014, ocurrió el último incidente de mayor violencia por barras entre LDA y el Cartaginés. El disturbio provocó la suspensión del partido. Foto: La Nación.

Según el especialista, las barras de fútbol se han convertido en el instrumento perfecto para la filtración de pandilleros como asesinos, asaltantes, ladrones y traficantes de droga que, generalmente, provienen de cinturones de miseria.

«Estas pandillas de delincuentes, en donde hay ladrones, asesinos, traficantes, provienen de cinturones de miseria precisamente de hogares desintegrados o sujetos que buscan en los partidos de fútbol un medio para buscar un fin, que es cometer delitos, hacer robos y daños», señaló el especialista.

Aunque no son comparadas con organizaciones como las maras salvadoreñas, según Castaing, sí constituyen organizaciones criminales con cabecillas cuyo objetivo no es el partido, sino generar anarquía.

Para Castaing, existen tres zonas de riesgo en los que actúan las barras en los estadios: el terreno de juego, las graderías y las afueras del recinto. No obstante, de acuerdo con el experto, las empresas de seguridad de privada no han evolucionado con los protocolos de atención, lo cual impide controlar con seguridad a esos grupos.

Se generan amplios y costos operativos. Por otro lado, para el ministro de Seguridad, Gustavo Mata, la violencia de las barras de fútbol constituyen un asunto de doble moral.

El ministro afirma que los equipos de fútbol y otros sectores dan las comodidades necesarias a esos grupos para que cometan sus fechorías.

«Aquí tenemos una doble moral con respecto a las barras, se prestan, se les dan ciertas comodidades para que ellos hagan sus fechorías, por eso yo creo que ya es hora de que nos amarremos la faja. Ellos vienen en buses, en carros, fumando marihuana, haciendo disturbios desde horas antes», comentó el ministro.

Ante el aumento de la violencia de las barras, la policía debe realizar amplios dispositivos hasta tres horas antes de los encuentros de fútbol. Foto: Al Día.

Mata resalta que, a causa de los problemas generados por las barras, se deben sacar policías de otras zonas y de labores preventivas para atender esas situaciones mediante amplios y costosos dispositivos de seguridad. «Genera todo un dispositivo que hay que hacer para tratar de contener a estos maleantes», agregó.

Tanto Mata como Castaing coinciden en que no solo se trata de atender los disturbios y controlarlos con la Fuerza Pública, sino de atacar el problema desde la raíz: impedir su entrada a los estadios, como lo reza la Ley para la Prevención y Sanción de la Violencia en Eventos Deportivos, la cual fue aprobada desde el 2014 y que requiere de la disposición de los clubes nacionales.

Las autoridades del fútbol nacional también han alzado la voz ante la ola de violencia que una vez más toma los estadios nacionales.

Julián Solano, presidente de la Unión Nacional de Fútbol (Unafut), se reunió este martes con la Fuerza Pública para establecer medidas contra las barras. Convocará a todos los clubes, en un plazo de 72 horas, para presentar a los equipos en la Asamblea General, un reglamento con los protocolos de seguridad para contener las barras y darle carácter obligatorio.

«Los hechos salvajes que sucedieron en Cartago son reprochables y bochornosos. Unafut no va a tolerar estos actos, pero es importante que el público entienda hasta dónde llega la competencia de los clubes», aseguró Solano.

EMOCIÓN CONVOCA VIOLENCIA

Para Roberto Pineda, presidente del Colegio de Profesionales en Sociología de Costa Rica, los hinchas al recibir una carga emocional por el encuentro futbolístico, pueden llegar a perder la consciencia.

Además, destaca que la filtración de personas que han cometido diversos delitos obedece a la famosa premisa de que el fútbol no tiene barreras sociales.

«En el compartir la afición de un equipo desaparecen las barreras sociales y en las barras van todo tipo de personas. El problema es que una barra enardecida pierden la consciencia como el domingo pasado», destacó Pineda.

El último incidente fue el domingo anterior, cuando un hombre de apellido Sánchez habría intentado matar de una pedrada a un aficionado del Cartaginés.

De igual manera, el sociólogo dijo que la situación provocada por las barras el domingo anterior impactan negativamente ese imaginario social del ‘pura vida’ del costarricense, pues está afectando el deporte por excelencia de nuestro país.

«Esta violencia en los estadios por parte de las barras por supuesto que sí afecta el imaginario social del ‘pura vida’, y no solo eso, también ese estereotipo de que el costarricenses es pacífico se pierde. Lo que pasó el domingo ya se dio una agresión muy fuerte y para acabar con eso se debió trabajar más en la prevención», añadió.

Entre tanto,  la Fuerza Pública continuará desplegando operativos cada vez que pandilleros, sin importar el significado o la pasión por el fútbol, secuestren la tranquilidad de los estadios, no sin antes también alterar el orden público.