Redacción-  Para algunas mujeres someterse a una estricta dieta y realizar ejercicio intenso puede ser la combinación perfecta para lograr bajar de peso y aumentar su rendimiento. 

La realidad es que dicho estilo de vida las puede llevar a sufrir el Síndrome de Atleta Femenino (SFA) o también conocido como Triada Femenina (TF) cuyos principales síntomas son: alteración en los hábitos alimenticios, amenorrea (alternaciones de la menstruación) y osteoporosis.

En nuestro país, la información sobre este mal es escaza. Por este motivo, Johanna Mora Rojas, estudiante de Enfermería realizó una investigación en 132 mujeres que practican deporte en un gimnasio capitalino, la cual tiene como título “Factores de riesgo de las mujeres entre los 17 y 40 años asociados al desarrollo del Síndrome de Atleta Femenina, según signos y síntomas” y le permitió obtener el grado de licenciatura en Enfermería de la Universidad Hispanoamericana en mayo del 2017. 

Su objetivo es poder informar a la población costarricense sobre sus síntomas y cómo prevenir este síndrome poco conocido. Asimismo, lograr que el futuro profesional de Enfermería participe en el abordaje holístico, es decir, integral, con el apoyo de otros expertos en el campo de la salud y el deporte. 

A criterio de la investigadora todas las mujeres que practican deporte están expuesta a sufrir este síndrome, que fue descrito en 1992 por el Colegio Americano de Medicina de Deportiva como triada femenina que “ocurre en mujeres jóvenes y adultas con actividad física.

Sus componentes, están íntimamente relacionados entre sí y son: desórdenes alimenticios, amenorrea y osteoporosis”.  Esto se debe a que se relaciona la disponibilidad energética, la función menstrual y la densidad mineral ósea.

TRIADA ATLÉTICA FEMENINA SU ORIGEN 

¿Y cómo se desencadena en la mujer? Según Johanna Mora los inadecuados hábitos alimenticios que llevan a una deficiencia de nutrientes como vitaminas y minerales es el detonante para sufrir este síndrome.

“La disponibilidad energética, al disminuir, produce un balance negativo en el organismo; esto quiere decir que el cuerpo, en su intento de compensar la deficiencia de energética, toma la energía utilizada para distintas funciones y procesos, como, por ejemplo, el mantenimiento celular, la termorregulación, el crecimiento y la reproducción. Esto a su vez logra establecer un balance energético, pero promueve y facilita el deterioro de la salud”. 

Estos desórdenes o inadecuados hábitos alimenticios afectan la función menstrual de las mujeres; el equilibrio energético se ve impactado generando cambios en el ciclo hormonal y metabólico. Así, las deportistas experimentan desde una ausencia de la menstruación, hasta periodos irregulares por 90 días o más. Además, la mujer sufre una disminución de las hormonas ováricas que afecta la salud de los huesos.

Es importante tener presente que la mujer a los 35 años alcanza la mayor cantidad de masa ósea, entonces, el diagnóstico del SAF temprano antes de cumplir esta edad genera un riesgo de disminución dela calidad de vida. 

Aunque en Costa Rica no hay estadística que reflejen cómo este síndrome impacta en la salud de las costarricenses, Johanna Mora Rojas decidió realizar esta investigación en 132 mujeres que realizan ejercicio en un gimnasio capitalino.