Redacción- El papa Francisco concluyó este domingo su sexta gira sudamericana en la que visitó Chile y Perú. Ante más de un millón de personas, el Sumo Pontífice encabezó una misa en la base aérea de Las Palmas, en Lima, en la que denunció las situaciones «de dolor y de injusticia» en las ciudades.

De acuerdo a autoridades citadas por el Vaticano, su Santidad congregó al menos a 1,3 millones de personas, en su despedida de la capital peruana.

Durante la ceremonia, Francisco habló de las ciudades, donde existen «las situaciones de dolor e injusticia que a diario se repiten» y que «nos pueden generar la tentación de huir, de escondernos».

El Papa denunció que en la ciudad existe

n personas que «consiguen los medios adecuados para el desarrollo de la vida personal y familiar» mientras que son muchísimos «los ciudadanos a medias o los sobrantes urbanos».

De estas personas, «que están al borde de nuestros caminos», Francisco señaló que van a vivir «a las márgenes de nuestras ciudades sin condiciones necesarias para llevar una vida digna».

 

«Duele constatar que muchas veces entre estos sobrantes humanos se encuentran rostros de tantos niños y adolescentes», agregó.

Lamentó, por su parte, que las ciudades y nuestros barrios «que podrían ser un espacio de encuentro y solidaridad, de alegría» se «transformen en un espacio de huida y desconfianza».

El Sumo Pontífice criticó que sean «un espacio para la indiferencia, que nos transforma en anónimos y sordos ante los demás, nos convierte en seres impersonales de corazón cauterizado y, con esta actitud, lastimamos el alma del pueblo».

Y afirmó «que una sociedad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir mediante la compasión (…) es una sociedad cruel e inhumana».

Francisco llamó entonces a que «la degradación sea superada por la fraternidad, la injusticia vencida por la solidaridad y la violencia callada con las armas de la paz».

En su última presentación antes de emprender su retorno al Vaticano, invitó a los fieles «a que caminen con el Señor de ciudad en ciudad y sean su discípulo misionero, y así te vuelvas parte de ese gran susurro que quiere seguir resonando en los distintos rincones de nuestra vida».