Redacción – Una de las más ricas manifestaciones de devoción popular, de participación y de solidaridad en las personas que viven la Semana Santa es la construcción del denominado «Huerto», un espacio que las diferentes comunidades del país las parroquias mantienen vivo, a pesar de haber arrancado desde inicios del Siglo XX.

Este espacio construido de manera especial para la Semana Santa, representa el Monte de Getsemaní donde Jesús fue a orar con sus discípulos tiempo antes de su crucifixión.

Con esta tradición, las personas se sienten identificadas colaborando con la parroquia, mediante donativos o comprando lo que se venda.

Para representar este lugar, se estableció la antigua costumbre de preparar un lugar especial en las parroquias, para que las personas llegaran a orar y dar sus ofrendas.

Por su parte, las personas que desean colaborar mediante la compra, saben que a partir del Lunes Santo, es posible adquirir productos frescos y platillos elaborados por las familias.

No se tienen datos disponibles sobre el origen de la tradición en Costa Rica, aunque se tienen algunos registros de que para inicios del siglo XX, la construcción del huerto era una actividad participativa y muy aceptada por los y las feligreses en Cartago, San José y Heredia.

Los encargados de construir el huerto recolectaban utensilios y materiales para la elaboración de una tarima provisional contiguo al templo, y era usual la construcción con cañas de bambú y ramas de uruca.

Algunas parroquias disponen de una bella imagen de Jesús, la cual generalmente visten con una túnica blanca o color púrpura.

Hace más de ocho décadas, las personas llevaban todo tipo de donativos de sus casas y fincas, tales como plantas ornamentales, panes, huevos, gallinas vivas, leña, carbón, maíz, mieles, yugos, carretas, miel de abeja, canastos de bejuco, café recién tostado y molido, candelas de sebo, cerdos, «gallitos de pasión», pollitos, terneros, chiverres, flores de itabo, ayotes, racimos de pejibayes, entre otros productos.

La variedad, el colorido y la manifestación rica de la gastronomía criolla están presentes en el Huerto.

En la actualidad, muchos de estos productos son comunes, y como tradición que está todavía muy arraigada en nuestros pueblos, aunque en algunas parroquias está en decadencia.

Las personas donantes saben que con anticipación pueden llevar los donativos, cuya venta se hace entre el Lunes y Jueves Santos. Los fondos son destinados para la inversión en obras de la Parroquia.

En San José, destaca la tradición seguida por los dueños de tramos y puestos de venta del Mercado Central quienes el Miércoles Santo, en horas de la mañana, hacen entrega de los donativos recolectados a la Catedral para su distribución a familias de escasos recursos.

El gallito de pasión, es un personaje que no puede faltar al hablar de los Huertos. Consiste en un animalito pequeño, de fino canto, y multicolor plumaje. Representa el gallo que, según las Sagradas Escrituras, cantó tres veces con las negaciones del apóstol Pedro, y la tradición consiste en regalar el gallito al sacerdote del pueblo, quien a su vez lo pone a la venta en el Huerto.

Además de alimentos, comidas y otros productos, en el Huerto las personas podrán encontrar las denominadas «Medidas», que son cintas de color morado asociadas a la devoción al Nazareno, así como estampitas y medallas.

En la programación de las parroquias en las distintas partes del territorio nacional, nos daremos cuenta que la tradición del Huerto se mantiene viva, y convoca a los y las feligreses a participar de forma activa.