Cartago. Socorro Pérez y Jorge Guzmán son un matrimionio cartaginés que, sin darse cuenta, adoptó dos hijos en el templo del Convento de los Hermanos Menores Capuchinos de Cartago.

Esos hijos no son como cualquier otro. Es más, les duplican la edad a ellos. Se tratan de las imágenes de Jesús Nazareno y la Virgen de los Dolores que se ubican a los costados del Altar Mayor.

Dos imágenes con más de 100 años de antigüedad, cuyos orígenes se desconocen, pero que se cree fueron traídas de Guatemala.

Tanto doña Socorro como don Jorge han sido devotos de ambas imágenes desde siempre. Ambos recuerdan cuando de niños llegaban a la antigua iglesia a venerar aquellas esculturas, cuyos rostros reflejaban dolor y tristeza.

Nunca llegaron juntos porque ni se conocían, pero fue el destino el que terminó uniendo sus vidas y, a la vez, su devoción por el Nazareno.

Los años pasaron y la familia creció. Ya no eran solamente ellos, sino que habían cuatro hijos que, poco a poco, fueron sintiendo la misma cercanía hacia Jesús Nazareno.

Cuando se dieron cuenta, aquella imagen los atrajo aún más, al punto de que sus hijos comenzaron a participar de la Semana Santa y personificaron personajes como el Sirineo, la Verónica y los soldados romanos.

Un milagro que vivió en carne propia doña Socorro, en 1985, hizo que aquella devoción aumentara. Una trombosis tuvo cerca de la muerte a esta madre de familia que hoy, en agradecimiento, sirve a Dios de una forma peculiar junto a su esposo, don Jorge Guzmán.

Ambos son integrantes activos de la Hermandad de Jesús Nazareno, pero, además, Isaías Aguilas (q.d.D.g.) les encomendó cuidar ambas imágenes.

Desde 1996, ambos se encarga de todos los detalles del Nazareno y de la Virgen. Cada dos meses, deben cambiar túnicas, fustanes, pelucas y demás accesorios que portan las imágenes.

“Como pareja ayudamos a la vestimenta de las imágenes, nos preocupamos porque estén bien cuidados. Al principio incluso hice algunos vestiditos”, cuenta doña Socorro Pérez.

Por su parte, don Jorge recuerda como su padre le inculcó la Semana Santa desde niño. Esa fe hizo que pidiera un milagro a favor de su esposa, mismo que llegó contra todo  pronóstico médico.

“Yo siempre quise entrar a la hermandad, pero me daba cierto temor. Una vez hasta uno de mis hijos me llevó una solicitud de ingreso a la Hermandad y lo mandé a devolverla, pero luego llegó Licho Mora (q.d.D.g.) a pedirme ayuda para la celebración de los 75 años de la Hermadad y ahí me quedé”, recuerda Guzmán.

En 1996, ambos entraron a la Hermandad y trabajan no solo en el cuido de las imágenes, sino que también tienen otras responsabilidades administrativas y dentro de la Tropa Romana.

“La llegada de nosotros a la Hermadad ha sido una bendición como matrimonio y no solo para nosotros dos, sino también para familia”, afirma don Jorge.

Aunque pretenden seguir adelante con el cuido de Jesús y la Virgen, saben que no son eternos y que esos “hijos” necesitarán de otros padres. Por eso, hoy, Catalina Zúñiga y su esposo Rafael Madrigal son el apoyo de los Guzmán Pérez y quienes se encargarán en un futuro del cuido.

A lo largo del tiempo, este matrominio ha vivido diferentes experiencias con las imágenes, algunas que en el momento causaron un caos, pero que hoy recuerdan con simpatía.

“Una vez pasó un muchacho y botó la cruz que estaba recostada en una pared mientras nos preparábamos para la procesión. Ya estaba por iniciar y nosotros viendo qué hacer porque jamás podíamos salir sin una cruz. Por dicha recordamos que había otra que no se usaba hacía muchos años”, recuerda don Jorge.

Solo el tiempo dirá hasta cuando este matrimonio de barrio Los Ángeles será el encargado de esta especial tarea. Mientras tanto, los Guzmán Pérez seguirán siendo los padres.