Marlon Segura

Director escénico, analista y coach no verbal


La elegancia es el perfume del espíritu, dijo una vez Miguel Ángel Martí, escritor y filósofo español. Esta bella frase fue recientemente utilizada por el reconocido embajador costarricense José Joaquín Chaverri en redes sociales. En este caso, Chaverri traslada el pensamiento de Martí a un contexto ‘protocolario’ para referirse a la importancia de cuidar las ‘formas’ en el acto de la mayor importancia en una democracia: el traspaso de poderes.

Por su naturaleza, la toma de posesión en Costa Rica es un evento formal, una sesión solemne conducida por el primer poder de la República: el Poder Legislativo. Este acontecimiento comunica al mundo una imagen ‘país’ de cómo celebramos nuestra soberanía popular. Es una oportunidad que, en buena teoría, debería demostrar lo mejor de nuestra capacidad organizativa, además, debería ofrecer ante las delegaciones internacionales que nos visitan una muestra de lo que somos y de lo que podemos hacer como anfitriones.

En esta ocasión, deseo hacer algunas apreciaciones sobre lo que observé el día 8 de mayo durante la ceremonia. El tema es subjetivo, por un lado, es una perspectiva personal desde la comprensión de la comunicación no verbal (comportamiento corporal, objetos y vestimenta), verbal (discurso) y utilización del espacio, y, por otro, es un ejercicio donde se busca identificar lealtad, o no, para con lo que indica el manual operativo. Esto ayudaría a entender qué tanto apego hubo con este durante algunos momentos destacables y particulares. Se ha tomado en cuenta la voz de Joanne Leigh,Internacionalista con experiencia en Protocolo y Ceremonial del Estado en Costa Rica.

Del viejo estadio a un escenario sin Bella Vista

La decisión de dónde se celebra el traspaso de poderes, tradicionalmente, ha recaído en manos del presidente electo. Entre los años 1949 y 2014, 13 traspasos fueron realizados en el antiguo y en el nuevo Estadio Nacional, construido el primero durante la administración de Ricardo Jiménez, 1924-28 y el segundo durante el gobierno de Óscar Arias, 2006-2010. Las excepciones han sido: Mario Echandi (Templo de la Música, 1958), Abel Pacheco (Teatro Popular Mélico Salazar, 2002), Laura Chinchilla (La Sabana, 2010) y Carlos Alvarado (Plaza de la Democracia, 2018). En el caso de la ex mandataria Chinchilla, el nuevo Estadio Nacional no había sido entregado para el día de su juramentación, por lo que se decidió realizarla cerca de ese escenario. Puede que, de paso, hubiera alguna intención de lucir el generoso ‘regalo’ que para entonces edificaba el gobierno de la República de China.

Inaugurada un 28 de octubre de 1989, la Plaza de la Democracia y de la Abolición del Ejército fue el lugar de reunión que se dio en San José para conmemorar el centenario de la democracia costarricense. En esa ocasión, asistieron los Presidentes y Jefes de Estado de América Latina y el Caribe. Asistió también el exmandatario estadounidense George H. W. Bush. Cabe destacar que para esa ocasión la presencia de público sí fue considerable.

La justificación de usar la Plaza de la Democracia para el traspaso de ayer responde, en buena teoría, a un tema presupuestario, pues desde el año pasado se había decidido cuánto dinero se invertiría. Sin embargo, hay otro factor que se podría considerar, y ese es el nivel de apoyo con el que el presidente electo fue respaldado. Si bien es cierto, Carlos Alvarado gana holgadamente en segunda ronda con votantes repitientes y votos “prestados”, la fuerza de su músculo político, hasta cierto punto, se evidenció en primera ronda con el 21.74 % de los sufragios emitidos. Tal vez, después de todo, este no era el mejor momento para buscar cómo llenar un estadio con capacidad para unos 30.000 asistentes, pero sí para citar a unas 2.500 personas a un espacio como lo es la Plaza de la Democracia. ¿Exceso de austeridad?

Seleccionado el lugar, se requería decidir hacia dónde dirigir la vista del público que asistiría. ¿Era mejor hacerlo viendo hacia el remozado, simbólico y antiguo Cuartel Bella Vista, hoy Museo Nacional, teniendo al sol de frente? O ¿era mejor colocar un escenario en la esquina sudoeste y tener el sol ardiendo en la espalda de los invitados? La decisión fue la segunda, entonces un porcentaje considerable del presupuesto fue para contratar un escenario desarmable.

La Plaza de la Democracia fue convertida en un mosaico de espacios techados con lonas blancas, de fondo negro algunos, varios, incluso, sin vista directa hacia la tarima principal. Muchos asistentes optaron por mirar hacia una de las pantallas que transmitía el evento, cual si estuviesen prácticamente en sus casas. Su presencia en la plaza parecía más que todo ‘simbólica’. Por otro lado, destacaron espacios para el libre tránsito que se utilizaron para entrar, salir, ir al baño, cambiarse de lugar, vender sombreros, ofrecer agua y, por qué no, tomarse fotos con el nuevo presidente.

A pesar de algunas rampas, el espacio resultó ser poco práctico para personas en silla de ruedas, aunque se les asignara un área especial. El lugar no fue nada amigable para niños pequeños y, en un caso que presencié, una adulta mayor, entre tanta grada de cemento construida a diferentes alturas, lamentablemente, tropezó y cayó de frente, por lo que tuvo que ser asistida por los miembros de la Fuerza Pública. Si usted vio el traspaso por televisión, probablemente nada de lo mencionado lo pudo haber visto. El ambiente de solemnidad esperado se canjeó por otro que tenía, más que todo, un espíritu al mejor estilo de un concierto del FIA (Festival Internacional de las Artes). Y con el vitoreo de sí se pudo”se hizo eco del ambiente vivido en este mismo lugar durante el mundial de fútbol Brasil 2014.

Mucho pedal poco ensayo

La presidente de la Asamblea Legislativa, Carolina Hidalgo,capturó la atención de la prensa por su llegada en bicicleta. Esto parece ser un hábito en ella y es admirable su espíritu deportivo, así como su forma de cuidar del ambiente. Sin embargo, para la ocasión tal vez no era necesario hacerlo. Su conducción de la ceremonia fue un tanto ‘tímida’ y hasta cierto grado entendible. No se percibió mayor ensayo para que sus palabras y sus gestos fluyeran y dieran el tono de una persona que lidera el primer poder la República. Faltó firmeza. Hubo en ella, más bien, un espíritu sumamente cauteloso en su conducción como líder de la ceremonia. Su discurso redundó sobre todo lo que el presidente Carlos Alvarado ya había mencionado: los grandes logros que hacen que el tico se sienta orgulloso de su país. El enorme micrófono negro de solapa que le colocaron, opacó la belleza de su atuendo, y para deslucirla aún más, hubo momentos en la que le vimos usar micrófono de solapa y micrófono inalámbrico a la vez. En serio ¿quién pensó que hacer eso era buena idea?

La alfombra roja

Al costado este de la tarima principal se ubicó la rampa que sirvió de ingreso y desfile para los diputados, el gabinete saliente y entrante, los dignatarios extranjeros, embajadores, los presidentes de los supremos poderes, el presidente saliente y la primera dama y, por supuesto, el presidente entrante y su esposa. Según Joanne Leigh, internacionalista con veteranía en protocolo, el traspaso se rige como una sesión solemne de la Asamblea Legislativa y, en ese sentido, debe haber un apego importante a lo que establece la etiqueta, el protocolo y el ceremonial. Carolina Hidalgo, quien presidia la sesión, invitó a los jefes de fracción de cada partido a colocarse a lo largo de la rampa para hacer el recibimiento respectivo. El ingreso de los mandatarios se hizo por rango, pero, en esta ocasión, como algo ‘inusual’, nos indica Leigh, se hizo también por el orden de confirmación recibido. Entre los diputados que tuvieron el honor de hacer el recibimiento, destacaron dos en particular, pero no precisamente por apegarse al protocolo: Walter Muñoz del Partido Integración Nacional y José María Villalta del Frente Amplio.

José María Villalta fue una de las figuras más populares entre los asistentes, pues ningún diputado fue tan aplaudido.A él le conocemos su “rebeldía” por no utilizar corbata. La decisión es meramente personal y, como ya sabemos, es parte de su forma de ser. Entre las posibles justificaciones está la comodidad, la costumbre y hasta un deseo de comunicar cercanía con la gente. Sin embargo, y tomando en cuenta que él era el primero en recibir a los invitados, no apegarse al protocolo hizo que desentonara con el resto de sus compañeros. Utilizar corbata por un día no le iba a restar sencillez, al contrario, evidenció irrespeto a la investidura del evento.

Walter Muñoz del PIN no tiene como fuerte la comunicación no verbal y su postura corporal, de hecho, no irradia todavía mayor presencia. Su cuerpo se caracterizó por una postura algo cerrada y no fue solo él. En muchos de nuestros políticos se ha vuelto costumbre posar con las manos juntas y frente a los genitales, lo cual en lenguaje no verbal se asocia a vulnerabilidad. De hecho, esta es la postura con la que los jugadores de fútbol, cuando se va a hacer un tiro libre, utilizan para protegerse de un impacto del esférico. Por otro lado, están sus profundamente oscuros lentes de sol, hasta donde entiendo, no son lentes de prescripción médica. Don Walter tiene ojos muy claros, acostumbra protegerlos y eso es entendible. Sin embargo, y para la ocasión, el estilo de sus lentes robaba atención innecesaria, mucho más en su caso que estaba colocado en primer plano recibiendo las distintas delegaciones. El diputado parecía, más bien, tener su cuerpo de vacaciones y sus lentes, los cuales no solo le protegían de frente, sino que eran completamente cerrados por los tres costados, daban la impresión de ser el tipo de lentes que se utilizan en ebanistería para protegerse del polvo o para que una astilla no golpe a la vista. ¿Detalle insignificante? En comunicación no verbal, todos los detalles juegan y más frente a las cámaras.

Un poco de todo

Una persona que destacó por su forma de ingresar y saludar fue Patricia Vega, jerarca designada para conducir el PANI. Ella no solo vistió de manera elegante para la ocasión, sino que con su paso mesurado y con conocimiento de las formas, saludaba primero a los jefes de fracción y luego lo hacía su acompañante. Esto es conocido también como ‘saludo por introducción’, lo cual es un saludo jerárquico.

Annie Loría, esposa del nuevo Ministro de la Presidencia Rodolfo Piza, fue una de las mejores vestidas, ya que sabe que no solo se viste por protocolo, sino también para expresar. Su atuendo en tono palo de rosa, del diseñador Elie Tahari, destacaba por ser un diseño clásico, con detalles de mangas en encaje con vuelos, completamente apropiado para una mañana ceremonial y de un sol que parecía casi verano. Ahora, según la consulta realizada a Leigh, Doña Annie Loría se salió de la forma del saludo que se esperaba. En su caso, a la hora de presentarse ante los jefes de fracción, ella y Piza cambian de posición, y ella los saluda de forma independiente, como si fuera ministra, cuando lo correcto es estar al lado de su acompañante y saludar por introducción. Rodolfo Piza no solo destacó por su altura, sino que tiene, en palabras populares: la pinta de presidente. Uno de los momentos donde mejor se lució en presencia no solo fue por su paso por la alfombra roja, sino que también sucedió en el balcón del Cuartel Bella Vista (Museo Nacional). ¿El secreto? Ropa a la talla, apego al protocolo, sencillez, sonrisa cálida y genuina. Ahí están algunos de los ingredientes que reflejan estatus y prestigio.

Un caso fuera de lugar fue Epsy Campbell quien ingresa por la alfombra roja luego de que lo hiciera el gabinete designado. Con un ligero movimiento de cabeza ella les “indica” un saludo a los jefes de fracción, pero no les dio la mano, ni pronunció tampoco una sola palabra. El gesto, no se puede pasar por alto, ni debería ser superfluo para la opinión pública. Su caso es sensible, ya que ella, en ese momento, y aun siendo Canciller de la República designada, estaba a minutos de convertirse oficialmente en la jefa de la diplomacia costarricense, estando aún por encima de Casa Presidencial. Dicho de manera simple, la señora Campbell pasó por la rampa de honor tal cual uno camina por la rampa de ingreso a la farmacia del Hospital Calderón Guardia.

El ingreso presidencial

Los grandesesperados fueron el presidente entrante Carlos Andrés Alvarado y su señora esposa Claudia Dobles. A su arribo a la plaza, vimos un gesto conmovedor de Gabriel, el pequeño de 5 años e hijo del matrimonio Alvarado Dobles, pues acostumbra acostarse en el hombro de su padre y abrazarlo. El gesto del recuerdo va para el niño.

Alvarado vistió un diseño nacional realizado por el diseñador Fabrizzio Berrocal. El tono era un negro suave, camisa blanca y corbata plateada. La combinación fue sumamente cuidada. Dobles vistió de blanco, en un corte sencillo y elegante, apegada al protocolo. Más allá del vestido, destacó por su manera sobria de llevarlo, haciendo que el protagonismo recayera en ella en primera instancia.

En Carlos Alvarado, destacó el gesto de llevarse la mano izquierda al corazón. Esta es una acción muy antigua, asociada con lealtad, sellar juramentos y, más que todo tiene una connotación sumamente emocional. El gesto en esencia se ve simple, pero no a todos les ‘sale’ de forma genuina, especialmente en política. En su caso, pudo ser que quiso comunicar honestidad y sinceridad. Entre quienes estudian el lenguaje corporal hay una ‘aceptación generalizada’ que cuando este gesto se hace con la mano izquierda y dependiendo de la duración de este, se percibirá genuino. Ensayado o no, Carlos Alvarado no lo hizo mal.

Un detalle que llamó la atención, y en el que coincido con Leigh, fue el hecho de no ver al hijo de la pareja presidencial ingresar y desfilar con sus padres, especialmente tratándose de un evento tan especial y de que no había una distancia mayor a 75 metros entre la entrada y la tarima. No había nada en el protocolo que lo impidiera. Incluso, luego de llegar a la tarima, el niño podía haber salido para ser atendido por quien lo cuidaba. Desconozco si el pequeño se encontraba enfermo o cansado y que, por lo tanto, esto le impidiera caminar junto a sus padres. Incluso, el niño bien pudo negarse a desfilar y estaba en su derecho. De no ser así, el no haber desfilado con el niño, es un tanto “extraño” para un presidente que viene de una larga campaña donde se habló de la familia, valores e inclusión. El abrazo inicial del pequeño Gabriel a su padre sigue siendo el gesto no verbal estrella del traspaso.

Un personaje cuestionado y las fotos con el pueblo

Un momento en el que se lució, finalmente, el Museo Nacional fue durante la juramentación de los ministros y viceministros. Para esto, el presidente Alvarado y la primera dama Claudia Dobles abandonaron la tarima principal para desplazarse al icónico escenario. Una vez ahí desde el espacio del público alguien gritó, en tono victorioso y en voz alta el nombre de Rodolfo Piza. Esto causó un momento de humor entre los presentes.

Luego de juramentar a los viceministros y mientras se entonaba la Patriótica Costarricense destacó el comportamiento deFabián Solano, designado como viceministro de Gestión Estratégica y Oficial Mayor en el Ministerio de Justicia y Paz, el cual se mantuvo más pendiente de su saco, de su postura, del ángulo en el que él estaba colocado, donde pronunciaba su pecho adelante para lucirlo. El caballero ciertamente vistió elegante, pero no pasó desapercibido por la prensa, donde algunos medios como elmundo.cr hicieron la nota recordando a la ciudadanía que el joven Solano supuestamente había, en junio del 2015, participado en la redacción de una minuta en la que se mencionaba lo siguiente aprovechar los recursos políticos del gobierno para beneficio partidario y de JP (Juventud Progresista)”(elmundocr, 8 de mayo de 2018). De ser verídico este caso, reafirmará que la ética en el PAC a veces parece ser relativa, pero tampoco sería el único partido donde cosas similares o peores suceden y han sucedido.

Luego, el presidente en mando descendió del antiguo Cuartel Bella Vista para romper, de manera aceptable el protocolo, pues ante las muestras de afecto del público, les expresaba agradecimiento con sus palabras y sus saludos, y a la vez permitió decenas de decenas de fotografías y selfies para el recuerdo. No se podía pasar por alto el humilde sombrero que el presidente Alvarado se permitió utilizar por unos segundos. El gesto fue simbólico, y para algunos podría ser “populista”. Sin embargo, el momento se percibió genuino.

Lo mejor para el final

El plato fuerte del evento no solo fue el momento en el que el nuevo presidente dijo “Sí juro”, el cual lo mencionó con un tono de convencimiento, sino que lo fue también su discurso. El presidente es un hombre de hábil verbo, y fácilmente pudo haber tenido un momento mucho más memorable sin necesidad de leer. De hecho, durante su lectura hubo ausencia considerable de gestos ilustradores, pues debía sostener los papeles para evitar que el viento se los llevara. Para referirse al discurso presidencial, tenemos en el país cientos de analistas, especialistas y opinólogos que podrán referirse al respecto.

La estructura de este fue bastante clara y circular, haciendo el presidente Alvarado un recorrido por los días en los que nos llegó la noticia de la independencia, para ir escalando en los logros que han hecho de este país una nación ‘excepcional’. Por un momento, hubo un tono ligeramente similar a otros discursos de Rodolfo Piza, por lo que no se descarta que le haya querido halagar de alguna manera, o tal vez fue mera casualidad. Queda en el misterio. Su insistencia en destacar que tenemos la primer afrodescendiente en ser vicepresidente es un discurso que cala en mucha gente joven, pero que, al final, lo más importante es que la gente que le acompañe en el gobierno haga una labor destacable sea del color que sea. Uno se pregunta ¿qué puede haber detrás de tanto halago del presidente Alvarado hacia la Sra. Campbell? ¿Es tanta su influencia o su necesidad de ser constantemente valorada? Queda en el misterio también.

Finalmente, el presidente hace un quiebre en el ritmo para entrar en el terreno de los desafíos que enfrenta el país, para luego entrar en un campo más emocional e ir cerrando con un compromiso válido y menos tradicional que otros discursos de sus antecesores: Trabajar, trabajar y trabajar. Nos recordó, en parte, el presidente Alvarado lo que dijo el 18 de marzo de 1963 el Presidente J.F Kennedyen uno de sus memorables discursos en suelo nacional. Y cerró el presidente Alvarado a viva voz diciendo: ¡Que viva Costa Rica, Que viva Costa Rica, que viva mil veces Costa Rica!

 Sobre el autor del artículo:

Marlon Segura es graduado en teatro y cine, con énfasis en Ciencias Políticas por la Universidad de Costa Rica- Universidad de Kansas. Master en Educación Internacional, Universidad de Framingham Massachusetts. Estudios de análisis de movimiento, Ecole Jacques Lecoq, París.

Contribuyó: Joanne Leigh,Internacionalista con experiencia en Protocolo y Ceremonial del Estado en Costa Rica, Universidad Internacional de las Américas.

Edición: Margarita Chaves, filóloga, Universidad de Costa Rica.