Sí, por favor! Ya dejen a Oscar Ramírez en paz, tranquilo y feliz en su casa. No al mando de una Selección Mayor de Fútbol que estaba llamada a igualar o, incluso, superar la hazaña de Brasil 2014.

Déjenlo en paz, señores federativos. No busquen negociar con el Machillo su continuidad como capitán de la Tricolor o en alguna de las selecciones menores, pues -en Rusia- demostró que su defensivo estilo de juego no se amolda al fútbol moderno.

Aunque en este momento los ácidos y sangrientos dardos están dirigidos hacia la táctica que implementó Ramírez en el mundial, él no es el responsable de semejante fracaso.

La Federación Costarricense de Fútbol conocía, de sobra, cómo plantearía el técnico su libreto, pues lo utilizó una y otra vez en la gran mayoría de los partidos que dirigió como técnico de la Selección, así como de la Liga Deportiva Alajuelense.

Es por ello que, para los federativos, no fue una sorpresa lo ocurrido ante Serbia y Brasil. Ese defensivo juego se vivió desde antes y aún así, decidieron mantener a Oscar Ramírez en el puesto sin buscar alguna nueva táctica que hiciera lucir mejor a La Sele.

De ahí que el mayor peso de responsabilidad recae, directamente, sobre la Federación Costarricense de Fútbol, una entidad que pareciera trató de maquillar las falencias del equipo al armar un juego de despedida ante Irlanda del Norte, un equipo fácil de vencer.

Los goles de aquel partido causaron euforia en los 35.000 asistentes al Estadio Nacional y en el resto de la afición. Parecía que la selección llegaba a Rusia a devorar rivales, pero eso nunca ocurría. ¿Por qué? El técnico se mantuvo fiel a su defensivo estilo.

Entonces, acá los responsables son los dirigentes que mantuvieron en el puesto al técnico que jugaría con el bus atrás, con un solo delantero, regalando la media cancha y a la espera de generar un contragolpe para intentar alcanzar un gol.

Por cierto, ¿dónde está la Comisión de Selecciones? Acaso no revisaron, como parte de su trabajo, el actuar de la Selección Mayor.

Hoy, la era del Machillo llegó a su fin… al igual que la de su asistente técnico Luis Marín, un ex defensor que no ayudó a tener un equipo ofensivo por razones obvias. Como jugador, lo suyo siempre fue defender.

Quedan cuatro años para un nuevo mundial. La euforia de Brasil 2014 se apagó casi por completo y los otrora dioses del fútbol ahora son criticados por su bajo rendimiento. Muchos de ellos porque no estaban a nivel por lesiones o falta de minutos de juego en sus equipos.

No obstante, a pesar de esas falencias, fueron llamados a portar la camiseta con el nombre de Costa Rica. Fueron llamados a defender, como gladiadores, los colores patrios, pero, en lugar de ello, utilizaron sus escudos para protegerse de los ataques de la prensa y la afición.

Más allá de aceptar las críticas, hubo jugadores que respondieron con ataques, mientras el técnico se llenó de excusas y la Federación guardó silencio. Nunca o al menos de momento hubo un mea culpa en torno al fracaso ante los ojos del mundo en Rusia.

Costa Rica está triste y cabizbaja ante lo ocurrido… Todos, absolutamente todos, queríamos revivir momentos de alegría, éxtasis y felicidad, pero nunca llegaron.

Siempre, después de un fracaso, hay que poner las barbas en remojo y tomar decisiones que, esperamos, sean fuertes y sin contemplaciones. Los responsables deben salir lo antes posible y buscar una nueva generación de dirigentes y jugadores para aspirar a llegar a Catar como aquella Matagigantes de hace cuatro años.

Al Machillo, dejémoslo en paz y que caigan los verdaderos responsables.

 

3 COMENTARIOS

  1. Hoy eliminaron al campeón del mundo con un entrenador cuya diferencia de salario con el Señor Ramírez es abismal y terminaron con los mismos tres puntos de nuestra Selección Nacional. Por favor en el juego se pierde, se gana o se empata,sepamos entenderlo. De tiro libre un golazo nos ganó Serbia, hasta los noventa minutos le empató a Brasil y hoy en una gran demostración de coraje empataron, de mi parte LOS FELICITO. Y no me gusta ese comentario de Ustedes.Respeto su opinión pero no la comparto.

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