El país vive un promedio de 10 choques por hora

Redacción – La Policía de Tránsito ha atendido hasta el 31 de julio pasado 50 mil 305 accidentes de carretera, lo que implica un promedio de 10 por hora, uno cada seis minutos y 240 por día, lo que significa que los agentes han dedicado 25 mil horas en atender estos hechos viales.

Con estas alarmantes cifras, las autoridades hacen un llamado a los conductores envueltos en accidentes menores para que recurran a la conciliación entre las partes involucradas.

Los aspectos negativos de un accidente menor que deben valorar los  que destaca la institución son tener que mantener los vehículos en el lugar del accidente, esperar a que un oficial llegue al sitio y haga su trabajo, así como los congestionamientos viales que esta situación genera.

“Tenemos muy poco personal, según los datos con 250 oficiales por turno, atendemos un promedio de un percance cada 6 minutos las 24 horas del día y cada incidente nos demanda tiempo de traslado, el tiempo de atención del accidente, más el tiempo de retorno del oficial a su puesto de control o regulación. Estamos hablando que, en promedio, la atención de un accidente nos demanda media hora, significan más de 25.000 horas dedicadas a atender percances en sólo 7 meses. Queremos ser un país desarrollado, pero no queremos adoptar la cultura de la conciliación tan extendida en países de primer mundo”, detalló el director de Tránsito, German Marín.

Bajo la premisa de media hora en promedio, por cada accidente atendido se suman, en siete meses, más de 1.050 días en horas dedicadas a tareas que no son regulación ni control vial.  En otros términos, como media, cada uno de los 750 oficiales ha dedicado unas 34 horas a la atención de accidentes.

Marín encuentra una contradicción entre las exigencias de los conductores por tener oficiales regulando sitios conflictivos cuando los mismos conductores sacan de esos lugares de trabajo a los oficiales para que vayan a atender accidentes tan básicos como el roce de dos espejos retrovisores.

“Comprendemos bien la reticencia y desconfianza de los conductores respecto a que la otra persona no le pague los daños, pero la conciliación da las herramientas para que el cobro finalmente se haga. A veces, el oficial se apersona por un simple raspón en el bumper que incluso no se ve a simple vista”, reseñó Marín.