Redacción-  Tomar agua en exceso, batidos de avena o maní y eliminar el consumo de frijoles, son solo algunas de las recomendaciones que frecuentemente reciben las madres que se encuentran en periodo de lactancia y que según los profesionales, no son más que mitos.

Por esta razón, el Colegio de Profesionales en Nutrición (CPN) aprovecha la celebración de la Semana Mundial de la Lactancia, para aclarar a las madres costarricenses algunos de los mitos que existen alrededor de este periodo y evitar así que cometan errores en su alimentación.

La Dra. Ingrid Broitman, representante del CPN explica que “la producción de leche está mediada por hormonas que se derivan de una buena y frecuente succión del bebé y un correcto vaciamiento del pecho. Una mujer que alimenta a su hijo cuando éste lo solicita, sin horarios rigurosos y sin limitar el tiempo de succión, tendrá suficiente leche. El uso de sustitutos como la fórmula infantil, disminuirá las tomas del bebé y por ende, repercutirá directamente en la producción”.

Uno de los mitos más comunes es que si se toma agua en exceso, las madres producirán más leche.

En este sentido, la Dra Broitman afirma que la hidratación es muy importante durante la lactancia y que tomar agua cuando sienta necesidad y una taza después de amamantar, será suficiente para que toda la maquinaria del cuerpo, incluyendo la de la lactancia, funcione bien. Por el contrario, un exceso de líquido podría ser contraproducente.

Un estudio mexicano afirma que la ingesta de agua recomendada durante la lactancia varía de acuerdo a la edad de la madre: si la mujer tiene entre 14 y 18 años, debe ingerir 2.9 litros de agua por día incluyendo la contenida en alimentos sólidos, y 2.3 litros al día como líquidos, y si la mujer tiene entre 19 y 50 años, 3.5 litros al día incluyendo la contenida en alimentos sólidos, y 2.6 litros por día como líquidos.

Otro mito es el consumo de frijoles y su influencia en malestares relacionados a gases.  La gran mayoría de mujeres en el mundo continúan comiendo frijoles (con muchos nutrientes) y tienen lactancias felices. Los gases del bebé son parte de la vida del mismo y dependen más de la madurez intestinal y la misma naturaleza de la leche, que hacen que se sientan incómodos y pujen.

Los profesionales en nutrición aseguran que los batidos especiales de avena, el agua dulce y los licuados con semillas como el maní, aportan calorías  y nutrientes importantes que pueden suplir la demanda calórica siempre y cuando la mujer lo necesite.

Lactancia y su relación con la pérdida de peso

El requerimiento calórico de una mujer que ofrece lactancia materna exclusiva a su bebé es de aproximadamente 600 calorías al día, comparable con una clase de aeróbicos de alto impacto o spinning. Si la mujer que amamanta consume alimentos variados y balanceados, parte de las reservas de grasa que han sido acumuladas durante el embarazo se emplearán para suplir estas necesidades aumentadas. Por lo tanto, si la mamá come saludablemente, en porciones acordes a sus necesidades y sin hacer dietas de restricción, la lactancia ayuda en la pérdida de peso.

El CPN afirma que una mujer en periodo de lactancia debe alimentarse de forma normal. No debe hacer dietas restrictivas porque «vaya a generar cólicos o alergias en su bebé»  ni dejar de comer alimentos saludables que eran parte de sus hábitos durante su vida y antes del parto. Sólo en casos muy específicos se deben hacer restricciones dietéticas a algunos alimentos que la madre pueda comer y que estén generando alergia en el bebé, pero se debe hacer después de un diagnóstico claro por parte del especialista.

Quitar alimentos de la dieta por rutina genera estrés, pérdidas de peso más aceleradas de las deseadas y complicaciones en la madre. Una alimentación deficiente, además de afectar la producción de leche, puede generar anemia o pérdida de masa muscular, entre otras condiciones

La Dra. Broitman brinda las siguientes recomendaciones para las mamás en periodo de lactancia:

  • Consumir alimentos saludables y ricos en vitaminas y minerales, tales como frutas y verduras de todos los tipos.
  • Procurar consumir alimentos ricos en proteínas y bajos en grasas saturadas.
  • Aprovechar al máximo la variedad de leguminosas disponibles que son ricas en fibra y proteínas. Evitar las frituras y los azúcares refinados, por el contrario, preferir alimentos naturales y ricos en fibra tales como un buen pan integral y no panadería refinada y súper procesada.
  • Utilizar grasas de buena calidad presentes en el aguacate, las nueces o semillas en general, el pejibaye, las aceitunas y el aceite de olivo.
  • Evitar como rutina los batidos hipercalóricos de avena, maní y otras preparaciones que son consideradas galactogogos (sustancia que estimula la producción de leche).