Estas son algunas de las armas incautadas en Quebrada Ganado.

Minor Araya Salguero

Criminólogo – Ex Jefe del OIJ


Para nada fácil, es coser el saco probatorio de un caso de Tráfico Nacional o Internacional de Drogas en Costa Rica; se requiere de muchas horas de esfuerzo y riesgo policial que se traducen en días, semanas, hasta meses de paciencia, perseverancia y porque no, de suerte, fortuna o como se quiera llamar esa bendición.

Después de semanas convulsas, inciertas, desconcertantes para los ticos en materia de casi todo, leemos titulares que dicen “Decomisan gran cantidad de fusiles de guerra y una tonelada de cocaína” [AMPrensa] esto es grandioso para la seguridad del país. No hay que ser mezquino, hay que exaltar lo bueno y positivo para nuestro pueblo que proviene de alguna fortaleza de su institucionalidad

Ayer nos enteramos los costarricenses de cómo la Policía Judicial “quiebra” otra peligrosa organización criminal habituada está vez en el Pacífico, propiamente en Quebrada Ganado de Garabito, Puntarenas; una banda que sin duda alguna, no sólo traficaba el maldito veneno que conocemos como cocaína, sino que además, se divertía traficando armas largas, automáticas de considerable poder de fuego: Rifles de Asalto.

Los intrépidos judiciales no sólo logran la detención de unos cinco despreciables, evidentemente también localizan, controlan y se apoderan de lo que, en la jerga policial se conoce como “galeta”. En este oscuro y tenebroso escondite, según Telenoticias, se escondían 12 armas largas de asalto,municiones y unos 1100 kilos de cocaínay  claro – como mencioné – los responsables, desgraciados [sin eufemismo alguno que valga] que de la miseria propia y ajena a diario viven.

Aplausos al Organismo de Investigación Judicial (OIJ) y a su gran oficina especializada, la Sección de Estupefacientes. Compuesta por agentes judiciales especializados en el combate contra el narcotráfico, hombres y mujeres con un alto valor humano y profesional que día y noche suman cada vez más horas de sus vidas, a destruir la gran maldad inmersa en el oscuro mundo de las drogas.

Estas personas, en franco detrimento de su vida familiar, socialy, hasta de su propia salud, hora a hora, día con día, mes tras mes y año tras año, combaten sin misericordia alguna a esta peste llamada narcotráfico, esta [maldita actividad] que tiene a nuestro bello país, hoy de cabeza.

Nuestro profundo agradecimiento porque con este y otros magníficos trabajos ustedes han demostrado -una vez más – que el OIJ, desde su fundación en 1973 es de respeto, es el máximo temor, la peor pesadilla de aquellos, nacionales y foráneos, que gustan envenenar y matar  -con la porquería que hacen y venden- a su prójimo sin importar su edad, sexo o condición.


El narcotráfico no funciona bien en un país con una institucionalidad fuerte y saludable. Esa terrible plaga siempre trata de corromper esa institucionalidad. El narcotráfico prospera en los Estados con una institucionalidad débil y consecuentemente permeable.


Gracias por este culminado esfuerzo que evita el envenenamiento de miles de personas, entre estas, las que menos deben, nuestros jóvenes y nuestros niños ellos, con quienes nosotros los viejos estamos en profunda y avergonzada deuda, por tanta pusilanimidad en lo referente al combate proactivo y efectivo de este flagelo que por ende, a atrincherado una vaga y endeble protección a nuestra descendencia, a nuestro futuro como nación democrática y libre.

Gracias por evitar que nuestras calles se vieran amenazadas por criminales violentos, de esos que gozan asesinar cobardemente y que brincando de júbilo, hubieran estado al poder empuñar un rifle ruso [plataforma AK], uno americano [plataforma AR15], uno judío [Galil] o peor aún, empuñar la singular carabina de asalto P90 de fabricación belga. Pero ustedes [distinguidos agentes judiciales] lo impidieron con su aguda investigación, con su gran esfuerzo y con ese fino tejido, uno que estoy seguro hicieron de ese saco, uno muy fuerte, nada fácil de evadir.

Con menos drogas [malditas] prohibidas circulando en las calles de nuestro país, nuestros niños y jóvenes corren menor riesgo de llevar una vida de fracaso, de peligro y desgracia. Con menos armas en manos de maleantes, menor riesgo de muerte tienen las vidas de tantas personas de bien que viven y transitan inocentemente en Costa Rica.

Sin drogas dañinas y mortalesen nuestras calles, sin armas de fuegoen posesión del asaltante, del narcotraficante y el asesino, la familia costarricense vivirá mejor, no tendrá que derramar tantas lágrimas y tanta sangre, como hasta ahora lo ha hecho.

Un reconocimiento muy especial a todo el personal de la Sección de Estupefacientes que hoy -estoy seguro- celebra tan trabajado éxito y a todos aquellos agentes que, desde 1973 han estado asignados a tan distinguida dependenciaen donde, el sacrificio personal siempre es una herramienta más de las que se utilizan en la aplicación de la Ley costarricense. Gracias por pelear, gracias por tratar de hacer de nuestra permanencia en este país una mejor, una sin tanto parásito.

¡Qué Dios bendiga a Costa Rica y proteja a sus fuerzas policiales!