El País

Agencia – Las autoridades de Seattle investigan cómo es posible que un empleado de pista de la aerolínea Horizon Air robara la noche del viernes un avión -sin pasajeros- en uno de los principales aeropuertos comerciales de Estados Unidos, lograra despegarlo y lo pilotara de forma completamente imprudente hasta estrellarse una hora y media después en una pequeña isla cercana. Quedan muchas incógnitas por resolver. Lo que se sabe por ahora es que el protagonista del escalofriante suceso es un hombre de 29 años residente en esa región al noroeste de EE UU y la policía ha dicho que todo apunta a que murió en el accidente. Las autoridades han asegurado, sin entrar en detalles, que tenía pensamientos suicidas, que actuó solo y han descartado cualquier motivo terrorista.

Pudo haber sido una tragedia mucho mayor. En vez de haber dirigido la aeronave, que tenía capacidad para 76 asientos, hacia el sur del aeropuerto Seattle-Tacoma, el improvisado piloto podría haberse desplazado hacia Seattle, una ciudad de 704.000 habitantes. El avión se estrelló en la pequeña isla Ketron, a 54 kilómetros del aeropuerto y donde residen menos de 20 personas, en una estrecha bahía cercana a la costa. No dañó de forma significativa ninguna estructura terrestre ni hirió a nadie en la isla.

El aparato, un turbohélice Bombardier Q400 de tamaño mediano, despegó a las 20.00 hora local del viernes de Seattle-Tacoma. El avión de Horizon Air, una filial regional de Alaska Airlines que opera vuelos de corta duración, estaba en una “posición de mantenimiento” y no tenía previsto ningún vuelo comercial, según anunció la aerolínea.

Se desconoce cómo es posible que un empleado de tierra, encargado de dirigir la salida y llegada de un avión a la puerta de embarque, pudiera acceder al interior de la aeronave y mucho menos encender sus motores y lograr un aparente permiso para despegarla en un aeropuerto muy transitado. El suceso reabrirá el debate sobre la seguridad aérea en un país que vive obsesionado por ella desde los atentados del 11-S en 2001, cuando terroristas yihadistas secuestraron cuatro aviones comerciales que se estrellaron en Nueva York, Washington y Pensilvania, matando a casi 3.000 personas.

Según imágenes de vídeo, una vez en el aire, el avión de Horizon Air llevó a cabo peligrosísimos movimientos aunque algunos expertos han sugerido que el hombre debía de tener algunos conocimientos de aviación. Al detectar el incidente, “en pocos minutos” dos cazas militares F-15 despegaron de una base en Portland (Oregón), el Estado fronterizo al sur de Washington, para tratar de escoltar al avión robado pero no abrieron fuego contra él. “Los pilotos [militares] mantuvieron al avión fuera de peligro y a la población sobre el terreno segura”, explicó Ed Troyer, portavoz de la policía del condado de Pierce, que encabezó las primeras investigaciones. “Las acrobacias que estaba haciendo en el aire o la falta de nociones de vuelo ocasionaron el accidente”, agregó.

Hasta que se aclaró el incidente, se suspendieron temporalmente todos los vuelos de Seattle-Tacoma, el mayor aeropuerto del noroeste de EE UU.

También ha trascendido parte del contenido de las conversaciones que mantuvo el hombre con la torre de control. Se describe como un “hombre roto” que teme por las consecuencias de lo que está haciendo pero confiesa que no tiene intención de aterrizar y asegura que no necesita ayuda para controlar el avión porque ha “jugado a algunos videojuegos antes”.

Un controlador aéreo lo llama Rich y trata de convencerle de que aterrice el avión. “Hay una pista justo a tu derecha en aproximadamente una milla”, le dice en referencia a una base militar cercana. “Oh, hombre. Esos chicos me darán una paliza si trato de aterrizar allí”, responde el improvisado piloto y luego añade: “Esto probablemente es cadena perpetua, ¿no?”. El controlador le replica: “No nos vamos a preocupar o pensar sobre ello. ¿Pero podrías empezar a girar hacia la izquierda por favor?”

En otro instante de la conversación, el empleado de Horizon Air aprovecha para disculparse. “Tengo a muchas personas que se preocupan por mí. Se van a sentir decepcionadas cuando sepan que hice esto”, afirma. “Quiero pedir perdón a cada uno de ellos. Solo soy un hombre roto, tengo algunos tornillos sueltos, supongo. Nunca lo supe realmente hasta ahora”.

En un momento en que el piloto logra enderezar el avión, el controlador aéreo trata de convencerle para que lo aterrice “de forma segura y no herir a nadie sobre el terreno”. Pero él responde con dudas: “No sé, hombre. No sé. No quiero. Estaba quizá esperando que esto fuera todo, ¿sabes?”.

Fuente: El País