• Mensualmente el William Allen atiende a 145 indígenas

Redacción- Angustiados porque desconocen si los pacientes indígenas que atienden diariamente comprenden las indicaciones médicas, autoridades del hospital William Allen Taylor de Turrialba contrataron los servicios de una traductora que habla los dos idiomas: español y cabécar.

Se trata de una joven de 19 años quien se preparó como técnica para asistir a pacientes y que también es indígena; ella aprendió a hablar el español en un centro educativo de Grano de Oro del cantón de Turrialba  orientada por su padre, Edwin Herrera,  que la indujo a hablar y a escribir las dos lenguas.

Reside en una comunidad que se llama Sinoli a la que se llega por trillos entre las montañas de Chirripó y ella ahora se ha convertido en un puente de comunicación entre el personal del hospital y los pacientes indígenas.

Tiene casi un mes de estar trabajando en el hospital y su función vino a llenar un vacío que sentían médicos, enfermeras, farmacéuticos, microbiólogos y administrativos que laboran en el William Allen al no poderse comunicar con la población indígena que llega a ese establecimiento de salud en procura de atención.  El personal hospitalario ha ensayado de todo: señas, pictogramas y la señalización de todo el hospital en ambas lenguas para que esta población se oriente en el centro hospitalario.

La doctora María Eugenia Villalta Bonilla, directora de ese establecimiento de salud, dijo que la función que desempeña la traductora cabécar es fundamental porque ella pasa visita con los médicos y convierte el mensaje médico en una explicación sencilla para los indígenas y al mismo tiempo, ellos pueden expresar y manifestar sus dolencias sin ninguna barrera idiomática.

Esta idea surgió porque el personal del William Allen se encuentra todos los días frente a paciente que con quienes es muy difícil comunicarse lo que entorpece la relación médico-paciente y afecta considerablemente el proceso terapéutico.

Con la incorporación de Ericka Herrera Segura, como una intermediaria entre los pacientes indígenas y el personal hospitalario, se redujo la impotencia que sentían, toda vez que se trata de una población muy callada que contestan SÍ a todo y el personal no sabe a qué responde ese sí.

La misma Ericka reconoce que la población indígena es muy tímida, desconfiada y siente vergüenza de hablarle a los médicos.   Con ella los cabécares son más expresivos y manifiestan sus dolencias sin tapujos lo que está facilitando la atención y el abordaje terapéutico de la población cabécar que asiste a este hospital.

El viernes último Ericka estuvo en el servicio de pediatría y allí su congénere Claudia Bañez García, vecina de la comunidad de Barbilla en Chirripó, le comentó que estaba allí acompañando a su hijo quien fue intervenido quirúrgicamente y que estaba bien.  También explicó que para llegar al hospital tuvo que caminar a pie durante dos horas y atravesar el puente de tablas  sobre el río Shara.

Se estima que mensualmente, el servicio de Emergencia del William Allen atiende a 145 indígenas y en este primer trimestre del 2019, el 62% de la población pediátrica egresada del servicio de pediatría era cabécar con diversas dolencias, pero las más comunes son las infecciones respiratorias agudas.