Minor Araya Salguero

*Criminólogo – Exjefe OIJ


«A efecto de influir – positiva o negativamente – en la opinión pública, hasta la unidad táctica policial mejor equipada, entrenada y motivada del planeta, depende del resultado de su desempeño en el campo»


En algún momento del año 2018, Don Michael Soto (Ministro de Seguridad Pública) hizo mención en modificar y restringir la capacidad de transporte del vehículo tipo motocicleta, según él, a efecto de aumentar la seguridad ciudadana. Reducir a un ocupante por motocicleta (bajo ciertas condiciones adicionales) parecía ser un objetivo gerencial que, dicho sea de paso, no se volvió – por dicha – a mencionar.

Debido a lo anterior, un 3 de julio de ese mismo año, abordé lo que mal aún llaman (policías y medios de prensa) Retén; es decir, un Puesto Policial de Control de Carreteras (PC). Dos policías (una mujer y un hombre) asistidos de un vehículo patrulla (pick up) y tres conos refractarios, detenían a cuanto vehículo circulará por esa amplia calle cartaginesa. Ambos agentes – de inmejorable manera – atendieron y respondieron mis preguntas en torno a la tarea que en ese momento hacían:

Pregunté – «¿Tienen alguna prioridad operativa…?»

Contestaron – «¿Cómo así, es solo rutina…?»

Respondí – «Me refiero a, por ejemplo, se interrumpe el paso a algún vehículo en especial o bien, vehículos bajo condiciones especiales».

Contestaron – «Ahh motocicletas, las motos hay que pararlas». 

Pregunté – «Excelente y, ¿por qué o para qué las paran, que tareas aplican ustedes a estos vehículos y a sus ocupantes?».

Contestaron – «Detenemos la moto, pedimos al conductor que apague el motor, le pedimos documentos personales como cédula y licencia, y los papeles del vehículo.»

Pregunté – «Entiendo, ¿Entonces, ustedes no persiguen la detección de armas de algún tipo en los pasajeros y automotor…?»

Contestaron – «Vea Don Minor, nosotros nos la jugamos, dependiendo la pinta, les revisamos lo que traigan y así vemos si tienen armas.». 

Pregunté – «Y si el arma de fuego se oculta en la zona inguinal o bien, en extremidades inferiores, ¿Cómo trabajan esas posibilidades objetivas, o simplemente, no se consideran?».

Contestaron – «Bueno, nos la jugamos, les pedimos que bajen de la moto y les hacemos un cacheo y, les tocamos todo…».

Pregunté – «Saben ustedes, que eso que practican podría ser cuestionable y, hasta ilegal; pueden meterse en un problema, lo saben?».

Contestaron – «Sí señor, pero es la única forma de hacer bien esto o, ¿cómo…?».

Pregunté – «¿Ustedes han recibido alguna capacitación sobre esta materia, Puestos Policiales de Control de Carreteras?».

Contestaron – «No señor, nunca. Aquí hacemos lo que nos ordenan en la base, la jugamos así»  

Pregunté – «¿En este momento, creen ustedes que una patrulla, tres conos y dos policías son suficientes para hacer este trabajo; para ustedes, es peligroso o no?».

Contestaron – «Claro que es peligroso, usted sabe, en cualquier momento hay balacera pero, tenemos que hacerlo y con lo que nos dan la jugamos lo mejor que podemos».

Para un buen lector, pocas palabras. Fácilmente se puede percibir que «pueda que el frío no esté en las cobijas». Los asuntos de policía no deben estar divorciados de la objetividad técnica y la realidad criminal actual. 

Don Carlos Rojas (internauta), ante los hechos que enfrentó la Fuerza Pública en Uvita de Osa, el pasado 7 de agosto, se refiere a los uniformados como «Mariquitas, por que no buscaron ser costureras» (AMPrensa). ¿Es objetiva y justa tal apreciación. Usted qué piensa al respecto?

Lo que inicia con seis policías (dos mujeres y cuatro hombres) tratando de resolver la detención de uno de cuatro sospechosos de alterar el orden público (ingesta de licor en la calle), termina en un zafarrancho que multiplica por tres los revoltosos. El abordaje policial desafortunadamente se hace ver pusilánime, peor aún, muy riesgoso. Los agentes con más carácter al suelo fueron a parar; de no perder una pieza dental, hablamos de un milagro. 

Si, aquel abordaje pudo haber costado la vida de uno o seis oficiales. ¿Por qué…? Debido a que trataron la intervención al peor estilo de una riña de cantina. Pero, lo incorrecto en esto, es criticar al de las «botas sucias» cuando éste hace únicamente lo que le enseñaron y lo hace con lo que tiene a disposición, «jugandosela». La cadena de mando; los superiores de esos policías son aquellos sobre los cuales, la crítica si debe recaer en mayor proporción por cuanto, tanto es responsable el que hace algo indebido, como aquél que lo permite. 

«Para muestra, un botón» en la actualidad, en pleno Siglo XXI, cualquier institución policial que se crea profesional, equipa a sus agentes preventivos con armas menos letales; la varilla policial extensible, por citar un ejemplo básico. Tratar de dominar al violento oponente de igual a igual, no es profesional, no es un requisito, no es objetivamente técnico; no obstante, atrevido y, hasta suicida puede ser. 

¿Conocen nuestros policías el valor de la lectura del ambiente, de las técnicas de arresto, de la superioridad total…? Yo creo que no, lo digo con mucho pesar y asombro por cuanto su Academia (Academia Nacional de Policía), propiamente su dirección y equipo de maestros, se componen de alta calidad, una especialmente dedicada a formar policías competitivos, moldeando funcionarios públicos ejemplares; a pesar de esto, indudablemente hay que trabajar más y a un ritmo mayor ya que, estamos a las puertas de una desgracia. 


«No hay peor desgracia para un policía, que hacer lo que cree está bien hecho, cuando realmente no lo está»


Por otro lado, es indiscutible, convertirse en policía revierte mucho más que tener las uñas decoradas o bien, unos hinchados bíceps; todo exclusivamente apto para la autofoto y su exposición pública. El policía que nutre su inteligencia para que esta encaje con sus requeridas, destreza y valentía, hace del agente uno más valioso a su equipo, a su institución y a su país. Un buen policía puede modelar para la foto, siempre y cuando, este sea un ejemplo a seguir en su institución. 

En ocasiones, cuando he escuchado a un Ministro de Seguridad exclamar: «¡necesitamos más personal para cumplir con nuestro deber!» y, aquello lo relaciono con el hecho de ver a cuatro oficiales en un auto patrulla, en buena teoría patrullando, me pregunto: ¿Tendrá nuestra policía, un sistema de patrullaje técnicamente ajustado a la actualidad; uno que optimice el recurso humano y material? Por desgracia, lo pongo en duda. ¿Porqué…?

Según el jefe de la Fuerza Pública destacado en San José, el comisionado Randall Picado, se utilizan patrullas para escoltar a gente indeseable (agosto 6): «La poca vigilancia sobre la labor que ejercen los policías habría derivado en situaciones de corrupción que van desde fiestas con licor en las delegaciones de la Fuerza Pública, hasta la colaboración de oficiales con grupos narco.» (Noticias Monumental).

Si leyendo el párrafo anterior «se le para el pelo a cualquier ciudadano», este termina cayendo cuando además, denota que se afirma que «Policías usan patrullas para escoltar carros y amigos de narcos en Desamparados» (AMPrensa). Entonces, ¿estará usted de acuerdo conmigo cuando pongo en tela de duda el liderazgo, la supervisión y las capacidades operativas de nuestra Fuerza Pública?

Sin duda alguna, hay mucho que revisar y corregir en el Ministerio de Seguridad Pública (MSP). Sin pretender ofender, se debe fortalecer lo básico en el policía: 

1. Aptitud general. 

2. Conocimiento. 

3. Equipamiento. 

4. Motivación.

5. Capacidad y orientación operativa. 

Así, los llamados Megaoperativos, no serían cosa especial, sino cosa operativa normal. La policía preventiva debe operar en las calles siguiendo un norte definido; no dejar de pensar para adelantar y obstaculizar al criminal, sirviendo y protegiendo al inocente. 

Basta de permitir ese «nos la jugamos» en el léxico policial (extensivo al OIJ). Basta de exponer en la calle al buen policía, que para hacer bien su trabajo, hace lo que cree correcto sin serlo o bien, hace lo incorrecto por cumplir con su deber, “jugándosela».

Manos a la obra MSP con respecto a la debida atención sobre algunos temas álgidos: 

1. Modificación de leyes, políticas y procedimientos policiales divorciados con la realidad criminal actual. 

2. Un proceso de reclutamiento óptimo. 

3. Un proceso de formación profesional justo, completo y adaptado a la realidad. 

4. Un equipamiento ideal, de calidad requerida e incuestionable. 

5. Una política de motivación, sincera y abrumadora. 

6. La revisión de las capacidades y orientación operativa de manera tal que, el agente tenga claro qué hacer, cómo hacerlo, cuándo y dónde hacerlo, según objetivos policiales alcanzables y sobre todo, congruentes con la legalidad vigente.

Con esto, tratar de «mariquitas» a quienes quizá, yo no sea digno siquiera de sus zapatos amarrar, no solo es injusto, es ofensivo y poco amigo del conocimiento básico general y, como bien ustedes (respetables lectores) pudieron apreciar, «el frío no está en las cobijas». Por una mejor Policía Preventiva, por una mejor Fuerza Pública. 

El anterior, un sencillo pero bien intencionado artículo, dedicado con el mayor de los respetos a nuestro buen amigo, Wilbert Hernández Corrales; un enamorado del periodismo y socorrismo, un buen hombre y ciudadano que desde el pasado 09 de agosto, fue llamado por nuestro Creador.

1 COMENTARIO

  1. Mi hermano, continuanos haciendo llover sobre mojado y tenés, como siempre, la razón. Pero voy a ser un poquito más franco que vos, porque me puedo dar ese lujo. Estas escenas en que los policías se las ven a palitos para controlar a unos cuantos borrachos y energúmenos; asi como el desempeño de lls oficisles en los «retenes», tienen un origen: la mala calidad de la instrucción básica, la falta de entrenamiento periódico de especialización y de refrescamiento. La culpa la tienen en primer lugar nuestros amigos Michael Soto y Luis Carlos Castillo, por permitir la co tinuidad en sus puestos de esos comandantes de la camarilla nefasta que solo se han preocupado por colgarse al pecho medallitas, pero que han sido incapaces de sportar conocimientos y técnicas policiales modernas de patrullaje y contención, así como de exigir para sus subordinados, equipamiento y entrenamiebto adecuados. Por otro lado, el sempiterno director de la Academia Nacional de Policía, entronizado en su puesto e incapaz también, por ignorancia, indolencia o estulticia, vaya el a saber, de promover una verdadera educación policial moderna y adaptada a las circunstancias nacionales. Todo esto ocasiona un desperdicio de recursos materiales (vehículos,etc) humanos y de infraestructura (nueva academia en Pococí). Si no se toman las medidas urgentes que son necesarias, me temo que un día de estos estaremos lamentando la baja mortalde algún oficial de policía. Eso que contás sobre la conversacion con los dos oficiales en el «retén» lo puefo confirmar de primera mano, porque yo he hecho casi que las mismas preguntas y observaciones y recibido identicas respuestas, a oficiales en esa función en diferentes lugares. Repito, esto exige una actitud decidida y urgente de las cabezas del MSP, pues están en juego la integridad física y hasta las vidas de los agentes de policía, y la misma imagen de autoridad pública, con el consiguiente daño a la sociedad costarricense. Un abrazo.

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