• Para el chofer de la Caja fue una decisión muy dura

Redacción- Olger Arce recibió dos llamadas casi simultáneas: en la primera le pedían hacer una obra de caridad e ir a dejar a un paciente terminal desde el hospital San Carlos hasta su casa en Corredores de Puntarenas. En la segunda, le anunciaban que su esposa comenzaba con dolores de parto y que pronto nacería su primera hija.

Este funcionario de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), no tenía mucho tiempo para decidir entre un llamado y el otro, no podía dividirse en dos, pero ambas misiones dependían solo de él.

Para este hombre era la decisión más dura que debía tomar, sin embargo, pensó en el sufrimiento de la otra persona.

Olger Arce Martínez, de 30 años y vecino de barrio El Campo en la Zona Norte, interpuso su buena voluntad por encima de sus derechos como trabajador, esposo, ser humano y papá.


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Olger escuchó las súplicas de aquel paciente en estado terminal que clamaba, muy débil, por descansar en la hamaca de su casa pero de la que estaba a cientos de kilómetros.

“Mis papás me criaron con la filosofía de ayudar a las personas y aprender a decir sí puedo. No podía negarme, jamás, al llamado del paciente que no conocía pero que necesitaba de mí.

Decidí dejar a mi esposa que empezaba con los dolores de parto y emprendí el viaje de 17 horas de manejo seguidas entre ida y vuelta, durante el viaje don Iván me confesaba que solo añoraba regresar a la casa para descansar en paz”, destacó Olger.

El recorrido de Ciudad Quesada a barrio El Ceibo de Corredores es de aproximadamente 499 kilómetros, pero ese número hay que duplicarlo porque no incluye el regreso, por lo tanto, el viaje de Olger fue de 988 kilómetros.

“Salí a las 6 de la mañana y regresé pasadas las 11 de la noche. Cuando regresé a San Carlos mi hija ya tenía algunas horas de nacida, guardé la ambulancia y me dirigí al hospital San Carlos a conocer a mí primera hija y abrazar a mi esposa.

Cuando vi a mi bebecita me sentí el hombre más afortunado del mundo porque antes vi la sonrisa y gratitud de un paciente y luego experimenté la ternura de mí pequeña”, manifestó entre sollozos y suspiros el chofer de la CCSS.

Olger vivió dos emociones distintas en menos de 24 horas, una que deja muy en alto los valores de la CCSS y otra con la alegría de sentirse papá, cada una con un sentido de bondad y humanismo distinto.

“Con este acto abordamos el concepto amplio de lo que significa la salud, que no es sólo importa el bienestar físico.

En este caso no podíamos ofrecerle a don Iván sanación de su enfermedad terminal, pero si le dimos la oportunidad de tener bienestar emocional al permitirle cumplirle su voluntad de regresar a su terruño. En cuanto al funcionario sólo le digo que este acto representa bendiciones para su vida y su familia”, comentó la doctora Ching.

Para la doctora Thais Ching Zamora, directora del área de salud de Ciudad Quesada, este acto fue totalmente voluntario y desinteresado ya que no está dentro de las competencias del funcionario desprenderse de sus derechos por cumplir una misión así.

Al paciente lo empezaron a tratar en la Clínica de Cuidados Paliativos del hospital San Carlos porque había ido a visitar unos parientes en la Zona Norte, pero la salud de don Iván se deterioró y requirió atención urgente, no obstante, don Iván suplicaba regresar a la hamaca de su casa porque repetía que quería descansar en paz.