Minor Araya Salguero

                                                                 Criminólogo – Exjefe OIJ


Mientras tanto, el 6 de marzo en la Carpio… primero dos, luego más oficiales de la Fuerza Pública se enfrascan en una pelea a puñetazos con dos o más gamberros que no solo pisotean el debido respeto por estas autoridades, también les agreden sin inhibición y vergüenza alguna. ¡claro…! «sacan pecho» a los uniformados ya cuando están en su barrio, en su muy particular patio…

Pero… ¿Hasta cuándo…?

¿Hasta cuándo la administración superior de nuestro Ministerio de Seguridad Pública (MSP) optará por dotar de las herramientas y conocimientos necesarios a sus administrados – a nuestros policías – para su supervivencia policial…?

¿De qué nos vale agradecer ante la prensa el buen y sacrificado servicio de nuestros policías administrativos cuando, en la calle les tenemos haciendo zanjas sin palas y picos…?

Hoy al igual que siempre, la esperada – por normal – ignorancia  aplaude el arrojo y determinación policial, encuadradas estas (cualidades) dentro de una coyuntura tan especial que, únicamente elogios provoca en algunos, más no la urgente indignación que provoca el resultado de su irresistible análisis. ¡Que lástima!

El internauta Adrián Segura exclama: «Las armas de puro adorno… Las leyes para los policías… Puro adorno… El respaldo que merecen… No sé sabe dónde anda… Esa es la realidad de costa rica en ese marco.» (Crhoy). ¿Será que aquél viejo dicho: «el que no sabe es como el que no ve» debe traerse acá a colación…?

Parece que la utilización de armas de fuego, por parte de los agentes involucrados en este caso, es lo que algunas personas hubieran deseado. ¿Por qué, acaso por experiencia, experticia, ignorancia, o por una buena o mala intención…?

El 3 de junio de 2014, La Nación titulaba «Policía va 20 años a cárcel por matar a presunto delincuente en persecución». Para cuando esta sentencia – por citar una – en Pérez Zeledón fue emitida, aquellos que alguna vez elogiaron la sangre derramada, ni se percataron de la suerte que corrió aquél, que tal vez fue un buen servidor público y hoy, podría seguir preso.

De manera similar ocurre con aquel muy lamentable caso en donde, un policía municipal hiere mortalmente por la espalda, a su perseguido – un presunto delincuente – en Hatillo 7 ¿recuerdan o, no…? Muchas personas aplaudían el hecho por aquel entonces, un 31 de julio de 2007. ¿Conocen, esas mismas personas que alguna vez aplaudieron la conducta, el desenlace Judicial de este caso…? No lo creo.

Yo, personalmente lamento mucho la pérdida de este otro agente que tal vez, creyendo estar haciendo lo correcto lo hizo, cuando en realidad era lo incorrecto. Un asunto que quizá y solo quizá, pudo haberse evitado a través de una correcta y oportuna capacitación y sobre todo, un buen liderazgo a nivel de Cadena de Mando.
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«Los policías colocan diariamente sus vidas en riesgo por nosotros, la ciudadanía, y no es por lo que ellos hacen, es por lo que ellos son: valientes»
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Para gracia o desgracia del policía, cuando a este le colocan en las calles, no le dejan más alternativa que trabajar con el conocimiento técnico y las herramientas a su alcance. Así, en medio de una pelea, al tener su arma de fuego como única herramienta y un raquítico conocimiento en la materia, muy posiblemente utilice ese instrumento, que escupe algo más que fuego, como única respuesta a su muy particular pensamiento y necedad.

Sé que mis compañeros del Organismo de Investigación Judicial saben – y no por referencia – a qué me refiero. El OIJ no ha sido ajeno a esto, lo que intenta evidenciar esta ajustada pero informada crítica.

¿Qué razón justificaría el hecho de que nuestros policías no cuenten con armas menos letales, cuando el uso de estas en instituciones policiales profesionales, simplemente es de larga data…? ¿será por razones de presupuesto, de conocimiento o de ausencia de disposición incluso…? ¡No queremos perder más policías…!

Ayer en la ciudadela La Carpio, gamberros y posibles atorrantes debieron haber sido reducidos a la impotencia fuerte y decididamente, mediante la aplicación más básica: golpes contundentes producto de armas contundentes menos letales que sí, inevitable pero efectivamente, pueden producir golpes muy dolorosos.

La incapacitación por electrochoque es también una opción; no obstante, es una adicional a la primera y más básica ya mencionada – bastón expandible o telescópico – una importante herramienta de supervivencia que aparenta ser, desgraciadamente inexistente siquiera en las bodegas del MSP razón por la cual, veo innecesario «gastar pólvora en zopilote» explicando la necesidad y el uso del Taser en la policía al ser este, de mucho más costo que el arma contundente.

El uso de las armas naturales del cuerpo humano debe ser en penúltima instancia, como mecanismo del uso de violencia; hacerlo en otra instancia puede innecesariamente, promover serios problemas al servidor de la Ley; desde lesiones físicas, procesos disciplinarios, penales y, hasta la muerte. Eso sí, claro debe estar, al igual que hoy en La Carpio, el coraje y determinación no han sido el común denominador de la conducta policial una razón por la cual, vale mucho la pena su inmediata adecuación.

Por el momento, no queda otra opción que apelar a la infinita esperanza de que la Prensa, si, este gran brazo del pueblo, algún día comprenda un poco más sobre la materia policial e increpe debidamente, en tiempo y forma a aquellos, los realmente responsables de una gran proporción de la suerte que pueda tener el desempeño de nuestras policías, en lo que también son, nuestras peligrosas calles.

¡No queremos perder más policías…! Ya es hora de que pensemos y actuemos responsablemente con nuestras valiosas Fuerzas de Policía.