• Emisiones contaminantes se redujeron producto de las restricciones de movilidad y el paro en la producción

Redacción-La desaceleración económica y las restricciones de movilidad, provocadas por la pandemia global del nuevo Coronavirus, han dado un pequeño respiro al planeta, con una constatada disminución de emisiones contaminantes.

Mas los expertos advierten que esto impactará levemente el avance del cambio climático y que, si no se toman las medidas adecuadas, se podría experimentar un efecto rebote.

Incluso es preocupante que los gobiernos retrocedan en sus políticas ambientales, ante las restricciones económicas que surgirán de la actual crisis.

Un paper publicado en la revista Science Direct, con el título “Pandemia de COVID-19 y contaminación ambiental: ¿una bendición disfrazada?”, citó datos de medición satelital de la NASA y la Agencia Espacial Europea que demuestran reducciones de hasta 30% de contaminación en el aire en algunos de los principales epicentros de la enfermedad (Wuhan, China; España; Italia, y Estados Unidos), durante el mes de marzo.

Los principales motivos para la disminución de la contaminación en el ambiente es la menor actividad industrial y la marcada disminución de la movilidad, de hasta 90% en las ciudades europeas, según información de Google entre febrero y abril.

“Las emisiones de gases de efecto invernadero han disminuido a nivel mundial, especialmente en el sector transporte que es uno de los que más aportan emisiones. No tenemos tantos autos en las calles, barcos o aviones circulando. Además, el menor consumo de combustibles, en general, no solo de transporte sino para procesos productivos, hace que las emisiones sean menores”, acota la Ing. Andrea Acuña Piedra, consultora ambiental y docente e investigadora de la carrera de Ingeniería Ambiental del Tecnológico de Costa Rica (TEC).

Para Acuña, además los efectos de la pandemia en el transporte y la producción, hay disminución del consumo de electricidad y la generación de aguas residuales y residuos sólidos.

“Sin embargo, no se debe percibir únicamente en términos de emisiones de gases de efecto invernadero, sino también en calidad de aire. Muchas emisiones que provocan estas actividades también generan material participado y sustancias contaminantes, que afecta la calidad del aire y, por ende, nuestra salud”, detalla Acuña.

La ingeniera ambiental Ana Lucía Moya Mora, egresada del TEC y asesora de la Dirección de Cambio Climático del MINAE, ubica en alrededor de 17% la reducción de emisiones de gases del efecto invernadero, a nivel mundial entre abril de 2019 y abril de 2020, pero no cree que esto tenga efectos a largo plazo:

“Si bien es cierto, es una reducción de emisiones importante, porque se hizo en solo un año, es una reducción que no va a ser duradera en el tiempo ni es una reducción coherente con la acción climática, por que responde a una crisis. Lo que demuestra esta reducción, que es importante ponerlo sobre la mesa, es que para la humanidad es posible hacer cambios de los procesos en los que nos hemos ido desarrollando, que es posible movernos hacia otra economía diferente, es posible pensar en otros futuros”, destacó Moya.

Imagen satelital de china
Imagen tomada de Science Direct.

Rebote en las emisiones

Esta puede ser la mayor disminución anual en emisiones en la historia de la Humanidad, según el máster Pablo Rojas Wang, egresado de Ingeniería en Biotecnología del TEC, especialista en Cambio Climático y Desarrollo Sostenible, y asesor regional en Cambio Climático para el Programa Euroclima+, de la Unión Europea.

«Efectivamente la crisis sanitaria, pero sobre todo la paralización económica mundial producto de las medidas de confinamiento que han tomado los gobiernos, han impactado de manera significativa las emisiones de gases del efecto invernadero (…). Es una caída más grande que en la Gran Depresión, la Segunda Guerra Mundial o la crisis financiera de 2008, cuando las emisiones se redujeron entre un 3 o 4%”, argumenta Rojas.

El problema, comenta el experto, es que esta mejoría será temporal y el efecto rebote, cuando las economías busquen recuperarse, podría implicar una afectación mayor al ambiente. Así pasó tras la desaceleración mundial de 2008, cuando la recuperación económica consiguiente significó un marcado aumento en la emisión de gases del efecto invernadero.

“Si no se hacen cambios estructurales en el modelo de desarrollo no hay una mejora sostenible, lo que se genera es un efecto rebote, y apenas empiece la recuperación económica hay un rebote en las emisiones, y siguen su tendencia al alza. La pregunta es ¿si en realidad es una buena noticia para el cambio climático?, como lo han comunicado algunos medios. Nuestro punto de vista es que no lo es. Primero, porque nadie dijo que para detener el cambio climático  había que paralizar la economía”, argumenta Rojas.