Foto: Fines Ilustrativos.

Redacción- Adultos mayores y personas con enfermedades crónicas como diabetes, esclerosis múltiple, artritis reumatoide, mal de Parkinson, enfermedad coronaria, cáncer, obesidad e hipertensión, entre otras, son más propensos a sufrir depresión y este riesgo se ha intensificado, en los últimos meses, debido al COVID-19.

Si bien estos pacientes deben adaptarse continuamente tanto a las implicaciones de su enfermedad como a su tratamiento, con la pandemia del COVID-19 se suman otros factores que pueden desencadenar mayores niveles de estrés y llevar a una depresión.

Específicamente, destacan la preocupación de cómo protegerse ante el virus, el miedo a contraerlo, la pérdida de libertad y el sentirse socialmente aislados, la obsesión por la higiene, la pérdida del trabajo, los problemas económicos, las noticias diarias, la nueva rutina en casa y hasta la incertidumbre sobre el futuro.


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La depresión es un trastorno emocional que provoca un sentimiento constante de tristeza en una persona, así como la pérdida de interés por realizar actividades cotidianas.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), afecta aproximadamente a 300 millones de personas a nivel global y es la principal causa de discapacidad; asimismo, se da más en las mujeres.

“La depresión afecta desde los sentimientos hasta la forma de pensar y comportarse de un ser humano, es por eso que las consecuencias generadas por el coronavirus han venido a impactar la salud mental y emocional de personas con padecimientos crónicos”, detalló el doctor Carlos Cano, gerente médico de Pfizer Centroamérica y Caribe (CAC).

Tanto las personas sanas como los pacientes con alguna enfermedad y sus familiares tienden a pasar por alto los síntomas de una posible depresión, ya que suponen que sentirse triste o con estrés es normal en tiempos de coronavirus y más si se sufre de un padecimiento crónico.

Sin embargo, es muy importante prestar atención a signos que ocurren comúnmente y se manifiestan durante gran parte del día o casi a diario.

La depresión es una de las complicaciones más comunes de las enfermedades crónicas, inclusive puede agravar el padecimiento. Generalmente, es más probable que se dé cuando hay aislamiento social –como el que vivimos actualmente-, una discapacidad o dolor.

El riesgo de tener depresión en otras enfermedades es :
 Personas con ataques cardiacos: 40 % a 65 %.
 Enfermedad de Parkinson: 40 %.
 Esclerosis Múltiple: 40 %.
 Cáncer: 25 %.
 Diabetes: 25 %.
 Derrame cerebral: 10 % a 27 %.
 Enfermedad de la arteria coronaria (sin infarto): 18 % a 20 %.

Como parte de los síntomas de alerta destacan la pérdida de interés o de placer por llevar a cabo las actividades diarias, sentimientos de tristeza, ganas de llorar y desesperanza; pérdida o aumento de peso, ansiedad e inquietud, problemas de memoria y hasta para concentrarse.

También, suelen presentarse trastornos del sueño, sentimientos de culpa o inutilidad, apatía y problemas físicos inexplicables como dolor de cabeza o de espalda.

Uno de los síntomas más importantes de detectar son los pensamientos frecuentes acerca de la muerte e intentos suicidas. Estos se suelen presentar más en hombres adultos mayores.

Para diagnosticar la depresión clínica, el médico tratante realizará una exploración física del paciente con el fin de determinar si se relaciona o no con algún problema de ese tipo.

También, se procederá a efectuar una evaluación psiquiátrica, con el fin de analizar la sintomatología, los pensamientos, patrones de conducta y hasta sentimientos de la persona.

Usualmente, el profesional en salud mental utiliza los criterios del “Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DSM-5” de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, para el análisis.

“Sin importar qué tan grave sea la depresión de un paciente, esta enfermedad siempre podrá tratarse y entre más pronto comience el proceso, más efectivo puede llegar a ser.

Sin embargo, cabe destacar que dado que ninguna persona experimenta la depresión de la misma manera, puede tomar tiempo encontrar la terapia que mejor funcione para cada paciente”, comentó el doctor Cano.

Específicamente, las opciones de tratamiento para una persona con depresión incluyen:
 Aplicar cambios en su estilo de vida.
 Terapia psicológica o psiquiátrica.
 Medicación.

Tanto los medicamentos como la psicoterapia son eficaces para la mayoría de las personas con depresión; sin embargo, el tratamiento dependerá del caso de cada una.

Asimismo, los pacientes con una condición médica crónica, que reciben tratamiento para la depresión coexistente, a menudo tienen una mejora en su enfermedad, logran una mejor calidad de vida y les resulta más fácil seguir su proceso de recuperación.