Redacción- Según datos de la Coalición Mundial y Red de Grupos de Pacientes con Linfoma, el cáncer en los glóbulos blancos afecta a 580 mil personas en el mundo.

Existen múltiples tipos de linfoma, pero los más comunes son los de Hodgkin y los de no Hodgkin. Las cifras de 2018, del Observatorio de Cáncer, Globocan, revelan que para un total de 50.095 enfermos en Latinoamérica y Caribe, los de Hodgkin afectan a 10.685 personas. Los segundos a 39.410, ocupando la posición nueve en incidencia del cáncer.

De acuerdo con la doctora Alejandra López, gerente médico de Hematología de Roche Centroamérica y Caribe (CAC) los linfomas pueden ser Hodgkin, que se suelen diagnosticar a edades entre 20 y 40 años y no Hodgkin (LNH), cuya incidencia se triplica a partir de los 60 años, y que se agrupan de acuerdo con el tipo de célula que afectan (T o B). Alrededor del 80% corresponden a linfomas de células B, incluido los Linfomas Difusos de Células Grandes B (LDCGB).


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El LDCGB es el subtipo de Linfoma no Hodgkin más frecuente de rápido crecimiento. Puede ser localizado en los ganglios linfáticos o en otras áreas como el tracto gastrointestinal, testículos, tiroides, piel, mamas, huesos o cerebro. A menudo, el primer signo es la presencia de linfadenopatías en zonas de fácil acceso como el cuello, axilas o ingles. En algunos casos, se diagnostican con diseminación hacia otros órganos como el hígado, médula ósea o pulmones.

“La sobrevida de los pacientes con LDCGB ha mejorado con el uso de anticuerpos monoclonales anti-CD20 y la combinación de drogas antineoplásicas. Conocer y aplicar a los pacientes con linfoma los tratamientos actualizados permite aumentar la sobrevida global y disminuir la sobrevida libre de progresión”, puntualizó López.

Por su parte, los linfomas foliculares son los segundos en frecuencia dentro de los denominados no Hodgkin.

“Los linfomas foliculares son más comunes en el género masculino. Tienden a ser crónicos, se caracterizan por presentar recaídas y remisiones (disminución o desaparición de síntomas) y a pesar de ser indolente, para la mayoría de los pacientes es incurable”, señaló

Debido a que los síntomas se pueden confundir con otras enfermedades, López destaca la importancia de mantenerse alerta ante síntomas persistentes en el tiempo que no se pueden explicar con otras enfermedades o infecciones. En estos casos es importante buscar un diagnóstico temprano para mejorar el pronóstico para el paciente. “Las pruebas más comunes son un examen físico completo del paciente para examinar las posibles áreas con ganglios inflamados o nódulos; análisis de sangre, biopsia, estudios por imágenes (como la tomografía axial computarizada o el PET scan) y también, se analiza el historial médico”.

Las opciones de tratamiento para un Linfoma no Hodgkin dependen del subtipo de linfoma y el estadio, además del perfil del paciente y el estado general de su salud.  López explica que como con la comprensión sobre la enfermedad, además de la quimioterapia y la radioterapia, actualmente se cuenta con terapias dirigidas. Estas últimas incluyen anticuerpos monoclonales, elaborados a partir de organismos vivos, que se dirigen a las células malignas y bloquean su crecimiento y diseminación; además, limitan el daño de las células sanas.

“Los avances en la biología molecular y la medicina personalizada nos permiten brindar nuevos tratamientos a los pacientes que sufren de distintos tipos de linfomas, apoyándoles de manera integral y evitando efectos colaterales, a favor de una mejor calidad de vida”, explicó López.

Para el caso del linfoma folicular, las nuevas opciones terapéuticas han demostrado reducir el riesgo de una recaída en un 46%, en los primeros dos años, después de recibir el diagnóstico. En este tipo de linfoma, los pacientes presentan períodos de remisión y recaídas, a lo largo de su enfermedad.