Minor Araya Salguero

Criminólogo – Exjefe OIJ


Viernes 28, San Marcos de Tarrazu… ¡Sí, sí es un policía, y es de nuestra Fuerza Pública!

¿Y, dónde está la patrulla, y sus compañeros…? ¿Y sus armas y chaleco…?

¡Claro, usted conoce…! De seguro se preguntará lo mismo.

Según respuestas a mis consultas, un joven policía goza – en ese momento – de su tiempo de descanso cuando es requerido para acompañar a otro funcionario (administrativo), a efecto de comprar suministros para una impresora.

Ya en la calle, se topa con un par de «artistas» (jerga policial) y aquel tranquilo día, se descompone. Al parecer, le ofenden a tal punto, que de la ofensa aquello trasciende a los golpes; pelea sin uso de armas.


La sociedad que escoge hacer la guerra a su institución policial, mejor hiciera en aprender, como hacer la paz con sus criminales.


Nuestro reconocimiento, nuestro respeto ya que, ante situaciones desesperadas, medidas inmediatas. Titubear (en la función policial) bajo condiciones apremiantes que amenazan la integridad física, puede ser nefasto a la existencia misma.

Si se «arruga» le pasan por encima, tarde o temprano. La fuerte ofensa y el acto de retar abiertamente, son componentes que como un termómetro, el delincuente utiliza para medir el alcance de su blanco; conducta usual, en el área de su dominio y en otros teatros cuyo riesgo para aquel, está o le considera, como controlado.

De estar – el que narra – chapoteando en una corriente de correcta información (una función pública incuestionable), este oficial de policía no solo se defiende, el hace respetar su uniforme (representación de la autoridad que representa) con lo que tiene y como puede en tiempo y forma.

Definitiva y afortunadamente, el policía en cuestión, no estaba modelando (como parece, actualmente es moda). De seguro, en la Academia Nacional de la Fuerza Pública, al oficial le enseñaron el significado cívico, moral y de servicio, que tiene el uso del uniforme policial en Costa Rica.

Por aquello… ¿Sabía usted, que en nuestro país, muchos policías han sido gravemente heridos y, hasta perdieron sus vidas en el cumplimiento de su deber? Los uniformes de esos servidores de la ley, manchados de sangre quedaron, esto al honrar su juramento por proteger y servir a su pueblo.

¡La sangre, históricamente derramada! por acá empieza la base fundamental de ese sentimiento, de esa obligación a la que se debe el agente. Honrar, con intachable conducta, su uniforme, es honrarse a sí mismo y a su familia, es honrar a su país, es honrar a los caídos que mucho ha sufrido su institución.

No es cosa de hombres, no es cosa de machismo ¡cuidado con la volátil interpretación! es cosa de principios y sobrevivencia policial. Esto es acerca de la naturaleza de la institución policial y la dura realidad que a diario enfrenta y debe vencer en las calles.

Entiendo y respeto cualquier opinión antagónica.


El policía que hoy al criminal, ofrece la otra mejilla, mañana puede ser un policía muerto.


Ciertamente no todos somos o hemos sido policías; no todos conocemos las calles, tal cuales son, no todos tenemos o hemos tenido el gran gusto de ver y tratar, al más temido, cobarde o agazapado maleante, directamente a los ojos y sobre todo, en su propio patio. ¡Créanme, es otra cosa…!

El anterior, un comentario dedicado, con mucho respeto y admiración, al Servicio de Vigilancia Aérea del Ministerio de Seguridad Pública. Excelentes funcionarios que en silencio y diariamente, sirven a su país protegiendo sus amplios cielos.

2 COMENTARIOS

  1. Muy bueno, mi hermano. Un policía de cirazón nunca se arruga, y nunca va a permitir que una rata vulgar le pretenda piner el pie encima. Solo espero que a ese policía, sus superiores no le vayan a querer sancionar por defenderse y por defender su cargo. En estos tiempos las cosas ya no son como antes; deseo que cambien, peto la esperanza al respecto la tengo bien ralita. Ese video, junto con otros que he visto desde hace algunos años, no hace sino confirmar lo que ge venido diciendo: le falta muchísimo al adiestramiento policial. Unas cuantas clases de Krav-maga impartidas por un instructor certificado, harían milagros con la defensa personal de nuestros policías.

  2. Muy bueno, mi hermano. Un policía de corazón nunca se arruga, y nunca va a permitir que una rata vulgar le pretenda piner el pie encima. Solo espero que a ese policía, sus superiores no le vayan a querer sancionar por defenderse y por defender su cargo. En estos tiempos las cosas ya no son como antes; deseo que cambien, pero la esperanza al respecto la tengo bien ralita. Ese video, junto con otros que he visto desde hace algunos años, no hace sino confirmar lo que ge venido diciendo: le falta muchísimo al adiestramiento policial. Unas cuantas clases de Krav-maga impartidas por un instructor certificado, harían milagros con la defensa personal de nuestros policías.

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