Redacción- Un diagnóstico de cáncer, cualquiera que este sea, es una noticia muy fuerte que, sin duda alguna, afecta profundamente a quien lo padece, a sus familiares y amigos.

El caso del cáncer de próstata, no es la excepción. No obstante, no necesariamente un diagnóstico de cáncer es una “sentencia de muerte”.

Según el Programa de Vigilancia, Epidemiología y Resultados Finales del Instituto Nacional del Cáncer, de Estados Unidos, las tasas relativas de superviviencia a 5 años, para el cáncer de próstata son de casi el 100% para el cáncer localizado (el que se mantiene en la próstata); casi 100% también para el regional (el cáncer que se ha propagado fuera de la próstata hacia ganglios linfáticos cercanos).

Del 30% para el distante (cuando el cáncer se propagó a partes del cuerpo alejadas de la próstata); y, en promedio, del 98%.

La mayoría de hombres con cáncer de próstata que tuvieron un diagnóstico a tiempo y que
siguieron el tratamiento “al pie de la letra”, ven cómo la enfermedad fue eliminada o destruida en su organismo.

No obstante, en otros hombres el cáncer puede volver o nunca desaparecer por completo; sin embargo, pueden recibir tratamiento hormonal u otras terapias que mantengan la
enfermedad bajo control, durante el mayor tiempo posible.

La mejor calidad de vida posible para un paciente con cáncer de próstata es la meta de los
profesionales de salud que lo atienden; y, dentro de esta, está la salud sexual.

“Algo que sabemos, es que la vida sexual prosigue en la vida adulta, la cual siguie siendo
importante para la salud física y mental de las personas.

Aunque hay un aumento de problemas relacionados con disfunción eréctil, disminución del deseo sexual y disminución de la frecuencia de las relaciones, es evidente que la salud sexual constituye una parte muy importante de la calidad de vida en esta etapa de la vida”, explica la doctora Pilar Robles, Asesoría Médica de Oncología de Bayer.

Como en el caso del tratamiento de cualquier cáncer, en el de próstata se pueden presentar
cambios físicos y emocionales que pueden impactar la vida sexual del paciente. A estos se les ha llamado “efectos secundarios sexuales” e incluyen, modificaciones en el interés por el sexo y en la capacidad de participar en el acto sexual.

Los “efectos secundarios sexuales” pueden ser físicos, mentales o emocionales. El tratamiento del cáncer puede afectar el estado de ánimo, la imagen corporal, el nivel de energía y la sensación de bienestar. Y todos ellos pueden afectar la vida sexual.

La noticia de tener cáncer, la lucha contra la enfermedad y la necesidad de mantenerse lo mejor posible mientras se lleva el tratamiento o posterior a este, son situaciones que producen un gran impacto emocional y pueden afectar el interés del paciente en su vida sexual o, incluso, sus posibilidades para tener sexo con su pareja.

No obstante, estos impactos emocionales pueden ser atendidos, sobre todo con el auxilio del médico tratante y otros profesionales de salud. Temas que podrían afectar al paciente y sobre los que un doctor puede ayudar:
 Temor de que el cáncer regrese, si ya había desaparecido.
 Sentimientos de tristeza, frustración e indefensión.
 Sentirse mal por los cambios en el cuerpo.
 Depresión, ansiedad y estrés.

Un aspecto muy importante es considerar que estos temas emocionales no solo afectan al
paciente, también a su pareja, razón por la cual hablar es sumamente relevante; abrirse al otro y mostrar los sentimientos, revisar las inquietudes de ambos, incluido el tema sexual, puede evitar que se de un distanciamiento físico o emocional y se presente la incapacidad para tener una relación íntima.