• Comercios echaron mano a nuevas estrategias para garantizar su supervivencia

Por Allison Benavides Fallas para Digitus CR

Golpeados como una inmensa mayoría de los comercios del país por la pandemia de la COVID-19, los comerciantes de Carrizal, en Alajuela, vivieron meses “de dientes apretados” para sortear la tormenta e impedir que sus negocios zozobraran.

Los negocios locales reportaron una disminución de sus ventas en hasta un 50% a mediados del 2020, cuando el virus paralizó al mundo. Y en noviembre tuvieron un respiro ya que la población flotante de migrantes que llegó para la recolección del café generó un aumento cercano al 30% en las ventas, según reportaron.

Los negocios de la zona entendieron que el juego para ellos tenía un nombre: “no desistir”. Ante las restricciones, la distribución de mercancía en Carrizal cayó rotundamente, lo que provocó, por ejemplo, que Dulces Tany, una empresa nacida hace una década, deba pausar la elaboración de sus productos hasta que les pudieran suministrar la materia prima.

Allison Benavides para Digitus

Este emprendimiento es proveedor de restaurantes y supermercados. Por la pandemia, experimentó una reducción del 70% de sus compradores a causa del cierre de locales.

La empresa familiar se mantuvo vigente al explotar en las redes sociales la promoción de sus dulces.

También hablaron con los dueños de otros negocios para ofrecer sus productos. “Es gratificante ver cómo no desistimos a pesar de las adversidades que ha generado la COVID-19 a nuestro pequeño negocio”, comentó Luz Marina León, propietaria.

La Ardilla y Sr. Papas, gladiadores pandémicos

Pizzería La Ardilla ha resentido las secuelas del coronavirus ante los elevados costos de producción, ya que los insumos aumentaron considerablemente de precio.

Los carrizaleños son la principal fuente de ingreso de la pizzería, por lo que el dueño del local, Jeffry Mora, ha innovado el menú y ha implementado promociones para sus clientes.

En abril de 2020, la soda Sr. Papas decidió mantener sus puertas abiertas. “No podíamos bajar los brazos; teníamos que afrontar las dificultades y seguir adelante”, resaltó la propietaria, Erika González.

Allison Benavides para Digitus CR

En un contexto complejo, la sobrecarga física se ha hecho presente en los dueños y empleados del local. Sin embargo, llevan la situación de forma positiva para no verse afectados mentalmente.

Erika González, Luz Marina León y Jeffry Mora, emprendedores del cantón, concuerdan en que la pandemia resultó agobiante en su primer año. Todos, con creatividad y esfuerzo debieron implementar ajustes en el inventario de productos y estrategias publicitarias para no dejar caer sus negocios. El desafío fue y es grande; la lucha continúa.

*Esta nota es parte del convenio con Digitus CRel laboratorio de innovación y producción de la Facultad de Periodismo y Comunicación de la Universidad Federada San Judas Tadeo.