El hombre de 86 años fue hallado por los vecinos. (Imagen con fines ilustrativos)

Qué triste ver cómo, poco a poco, Costa Rica pierde la seguridad que durante años nos hizo ver -junto a otras cualidades más- como la Suiza Centroamericana.

Ver a una familia destrozada por el doloroso homicidio de su hijo, un joven de tan solo 19 años que, como cualquier otro, quiso disfrutar de un rato junto a sus amigos, pero que por un simple celular apagaron su vida.

El crimen de Marco Calzada es uno más de los muchos que engrosan la lista de asesinatos en nuestro país. El crimen tomó nuestras calles, barrios, colegios, parques, absolutamente todo…

Las cifras son escalofriantes: casi 50 homicidios por mes se registran en Costa Rica. Es decir, todos los días muere más una persona asesinada.

La mayoría de homicidios (el 57 por ciento) están relacionados con ajustes de cuentas por temas de narcotráfico, un mal que desencadenó una ola de criminalidad en todos los rincones del país.

Robar un celular, un par de tenis, una cadena o cualquier otro objeto tiene una finalidad: canjearla por un poco de droga; sí, de esa droga que ingresa por los mares en toneladas para envenenar más nuestra sociedad.

¿Qué hacer para frenar esta ola de violencia? No hay que ir muy lejos para ver un buen ejemplo: El Salvador.

La mano firme del presidente Nayib Bukele revela que los gobiernos deben actuar sin temor y firmeza para reducir la criminalidad, pero se requiere que el Poder Legislativo, con urgencia, apruebe o reforme leyes para endurecer los castigos.

Costa Rica no puede continuar siendo tierra fértil para los narcos, para los vendedores de drogas, para los lavadores de dinero, para absolutamente ningún tipo de criminalidad.

Ayer, fue Marco… mañana puede ser alguno de nuestros hijos. Esa es la cruel realidad en la que vivimos hoy, en la otrora Suiza Centroamericana.