Redacción-Una nueva investigación de científicos japoneses sugiere que los ojos de un perro pueden llenarse de lágrimas de felicidad cuando se reúne con su dueño tras un periodo de ausencia.

Las lágrimas pueden ayudar a cimentar el vínculo entre humanos y perros, una relación que se remonta a decenas de miles de años.

Al igual que los humanos, los perros tienen conductos lagrimales que se llenan de lágrimas para mantener sus ojos limpios y sanos. Pero las lágrimas de los perros, que no suelen caer como cuando lloran los humanos, no se habían relacionado antes con la emoción.

Takefumi Kikusui, profesor del Laboratorio de Interacción y Reciprocidad Humano-Animal de la Universidad de Azabu, Japón, decidió investigar las lágrimas de los perros tras observar a una de sus dos poodles cuando tuvo cachorros hace seis años. Se dio cuenta de que sus ojos se llenaban de lágrimas cuando amamantaba a sus cachorros.

«Descubrimos que los perros derraman lágrimas asociadas a emociones positivas», afirma Kikusui, coautor de la investigación que se publicó en la revista académica Current Biology.

«También descubrimos que la oxitocina es un posible mecanismo subyacente», dijo Kikusui, refiriéndose a la hormona que en los seres humanos a veces se llama la hormona del amor o materna.

Para investigar la relación, Kikusui y su equipo midieron la cantidad de lágrimas de 18 perros con una prueba estándar conocida como “prueba de las lágrimas de Schirmer” o STT, por sus siglas en inglés. Consistía en colocar una tira de papel dentro de los párpados de los perros durante un minuto antes y después de que se reunieran con sus dueños tras cinco o siete horas de separación.

«El volumen de las lágrimas se evaluó por la longitud de la parte húmeda en el STT. La línea de base era de unos 22 mm, y el reencuentro con el dueño la aumentó un 10%», explicó Kikusui por correo electrónico.

Con la ayuda de 20 perros, los investigadores compararon la cantidad de lágrimas antes y después de los reencuentros con sus dueños y con personas con las que los animales estaban familiarizados. Solo el reencuentro con el dueño aumentó la cantidad de lágrimas.

Kikusui dijo que era posible que los humanos se preocuparan más por los perros que lloraban. Su equipo mostró a 74 personas fotos de caras de perros con y sin lágrimas artificiales y les pidió que clasificaran a los animales. Las personas daban respuestas más positivas cuando veían perros con ojos llorosos.

«Los perros se han convertido en compañeros de los humanos», dijo Kikusui, «y podemos crear vínculos».