Redacción – Cada 25 de noviembre, el mundo conmemora el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una fecha destinada a visibilizar y combatir una de las formas de violación de derechos humanos más generalizadas y devastadoras.

Según datos de Naciones Unidas, al menos una de cada tres mujeres en el mundo ha experimentado violencia física o sexual, generalmente a manos de su pareja o un conocido.

La violencia contra las mujeres se manifiesta en múltiples formas: desde el abuso físico, psicológico y sexual, hasta la trata de personas, el matrimonio infantil, el acoso laboral y el feminicidio.

Estas prácticas están profundamente arraigadas en estructuras de desigualdad de género y patrones culturales que perpetúan la discriminación.

En el marco de esta conmemoración, organizaciones internacionales y locales lanzan campañas de sensibilización para exigir políticas públicas eficaces y mayor presupuesto para prevenir y atender casos de violencia. Este año, el lema global es “Pinta el mundo de naranja”, un llamado a unir esfuerzos bajo este color, que simboliza un futuro libre de violencia para todas las mujeres y niñas.

En Costa Rica, la violencia de género sigue siendo un tema alarmante. Según estadísticas del Instituto Nacional de las Mujeres (INAMU), en lo que va del año se han registrado miles de denuncias por violencia doméstica.

La directora del INAMU, durante un acto conmemorativo, enfatizó que la violencia contra las mujeres no solo es un problema de las víctimas, sino una responsabilidad colectiva.

“Necesitamos que toda la sociedad se comprometa. No es suficiente con leyes, sino con un cambio de mentalidad que permita erradicar las conductas que normalizan la violencia”, señaló.

En este día, se invita a reflexionar sobre el papel de cada individuo en la lucha contra la violencia de género. Desde la educación en igualdad, el apoyo a las víctimas y la denuncia de agresores, hasta exigir a las autoridades mayores esfuerzos en prevención y justicia, todos tienen un rol que cumplir.

La lucha por un mundo sin violencia continúa, pero el compromiso de los gobiernos, las organizaciones y cada ciudadano puede marcar la diferencia para las futuras generaciones.

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