- La canción ha tenido varias readaptaciones a lo largo de los años
Redacción – Cada año, cuando diciembre llega a su fin, una canción resuena con fuerza en celebraciones familiares y eventos públicos: “Yo no olvido el año viejo”. Este tema, lleno de nostalgia y alegría, se ha convertido en un himno infaltable para despedir el año y dar la bienvenida al nuevo ciclo.
Origen de la canción
La icónica pieza fue compuesta en 1953 por el músico y compositor colombiano Cresencio Salcedo, un artista autodidacta conocido por su estilo sencillo y popular. Sin embargo, la versión que se hizo mundialmente famosa fue interpretada por el cantante venezolano Tony Camargo en 1954.
A pesar de no haber gozado de una vida llena de lujos, Cresencio Salcedo plasmó en su composición un mensaje optimista y agradecido, expresando que, a pesar de las dificultades, siempre hay motivos para celebrar.
¿Por qué es tan popular?
La canción trasciende generaciones gracias a su letra pegajosa y su ritmo festivo, una mezcla de cumbia y música tropical que invita a bailar y celebrar. Frases como “Me dejó una chiva, una burra negra, una yegua blanca y una buena suegra” se han quedado grabadas en la memoria colectiva, convirtiéndose en parte de la cultura popular.
Además, la letra conecta con un sentimiento universal: el agradecimiento por lo vivido y la esperanza por lo que está por venir. Esto ha permitido que la canción sea adoptada no solo en Colombia y Venezuela, sino en gran parte de América Latina y otras regiones del mundo.
A lo largo de los años, “Yo no olvido el año viejo” ha sido reinterpretada por numerosos artistas, manteniéndose vigente en las fiestas de fin de año. Su espíritu alegre y su mensaje positivo continúan haciendo eco en cada rincón donde se celebra el cierre de un ciclo.
Más que una canción, “Yo no olvido el año viejo” es un símbolo de unión, gratitud y celebración que, década tras década, sigue siendo la banda sonora perfecta para despedir el año con una sonrisa.
