Redacción- Permanecer 10 días en una cama sin moverse puede parecer una tarea sencilla, pero detrás de este experimento se esconde una compleja investigación científica que busca comprender los efectos de la microgravedad en el cuerpo humano. La Agencia Espacial Europea (ESA) ha lanzado una nueva fase de su proyecto Vivaldi III, un estudio destinado a explorar las consecuencias fisiológicas de la ingravidez en los astronautas y a desarrollar medidas para mitigar estos efectos.

El experimento tiene lugar en la Clínica Espacial Medes, en el Hospital Universitario de Toulouse, Francia. Durante 21 días, los voluntarios permanecen en un entorno altamente controlado bajo estricta supervisión médica. De estos 21 días, 10 son de inmovilidad total, en los que los participantes se encuentran recluidos en una cama especial. A cambio de su tiempo, los voluntarios reciben una compensación de 5.000 euros, aproximadamente ₡2 millones 600 mil colones.

Para recrear las condiciones de ingravidez que experimentan los astronautas en el espacio, los investigadores emplean dos métodos innovadores:

1. **Inmersión en seco**: Los participantes se sumergen en bañeras cubiertas por una tela impermeable que les permite flotar sin tocar el agua, replicando la sensación de ingravidez.

2. **Reposo inclinado**: En este método, los participantes mantienen la cabeza en una posición más baja que el cuerpo, lo que provoca un desplazamiento de líquidos similar al que ocurre en el espacio.

El estudio se enfoca en cómo la ingravidez afecta los sistemas muscular, óseo y circulatorio del cuerpo humano. Los voluntarios deben estar acostados todo el tiempo, incluso mientras comen, utilizando una tabla flotante y un cojín cervical para mantenerse en la posición correcta. Además, los investigadores monitorizan posibles alteraciones en el metabolismo y la visión.

Ann-Kathrin Vlacil, líder del equipo de exploración humana de la ESA, destacó que estos ensayos son fundamentales para «afinar nuestro conocimiento sobre los efectos fisiológicos del espacio y cómo mitigarlos». Más allá de su relevancia para la exploración espacial, los datos obtenidos podrían tener aplicaciones prácticas en el desarrollo de tratamientos para enfermedades musculoesqueléticas y para personas con movilidad reducida.

Este tipo de estudios, a medida que avanzan, no solo ayudarán a mejorar las condiciones de los astronautas, sino que también podrían beneficiar a muchas personas en la Tierra que enfrentan desafíos similares debido a la falta de movilidad.

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