• Droga sintética decomisada en Limón puede causar convulsiones, fallos cardíacos y brotes psicóticos con una sola dosis

Un decomiso reciente de metanfetamina tipo cristal en el centro de Limón volvió a encender las alarmas sanitarias en Costa Rica, no solo por su cantidad —18 kilos incautados— sino por los graves riesgos que representa esta droga para la salud pública, especialmente entre jóvenes.

Según explicó Mauricio Boraschi, fiscal adjunto de Narcotráfico, el cristal es una droga sintética de bajo costo pero con altísima potencia adictiva y efectos físicos y mentales devastadores.

“Estamos hablando de una sustancia que puede provocar desde brotes psicóticos hasta fallos respiratorios y cardíacos, incluso con un solo consumo”, alertó.

Un enemigo silencioso y mortal

La droga, conocida popularmente como “ice”, circula con frecuencia en fiestas electrónicas y contextos recreativos, lo que facilita su acceso a adolescentes y jóvenes adultos.

Se fuma, se inhala y en algunos casos hasta se inyecta, lo que aumenta los riesgos de enfermedades infecciosas como hepatitis o VIH por el uso compartido de jeringas.

Entre los efectos más frecuentes se reportan taquicardia, ansiedad extrema, convulsiones, paranoia, agresividad y alucinaciones, así como cuadros de depresión severa tras su uso.

“Muchos terminan con dependencia física y mental en cuestión de semanas”, añadió Boraschi.

Costa Rica en la mira de las redes del cristal

Aunque el decomiso ocurrió en Limón, las autoridades no descartan que esta droga ya esté circulando en otras zonas del país, impulsada por redes criminales internacionales. La metanfetamina habría ingresado por la frontera norte, y se investiga una posible conexión con carteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación.

“Más allá del golpe al narcotráfico, este caso debe generar conciencia nacional: tenemos una droga que ya está en las calles, que es barata, accesible y capaz de destruir vidas en poco tiempo”, concluyó el fiscal.

Las autoridades llaman a la población, especialmente a padres, educadores y profesionales de la salud, a detectar signos de consumo y denunciar puntos de venta o distribución para frenar la expansión de este veneno entre la juventud costarricense.

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