• El reconocido periodista y comentarista deportivo costarricense vive la Semana Santa vestido con los hábitos de las procesiones en Guatemala

Antigua, Guatemala, fue mucho más que un destino turístico para Everardo Soto. Fue un reencuentro con su fe, sus raíces y una conversación pendiente con su yo de 17 años.

El periodista y comentarista deportivo costarricense se vistió por primera vez con los tradicionales hábitos morados de los “cucuruchos”, aquellos fieles que acompañan las majestuosas procesiones de Semana Santa en esta ciudad colonial, reconocida mundialmente por su devoción y solemnidad.

“Fue por fe, curiosidad y vivencia”, resume Everardo, quien asegura que más allá de ponerse el traje, lo que vivió fue un viaje interior. Caminó por las calles empedradas de Antigua como un creyente más, rodeado de incienso, rezos y memorias que lo transportaron a la Semana Santa de su infancia en San Rafael de Alajuela.

“Recordé aquellas semanas recogidas, llenas de respeto, donde en mi casa se escuchaban programas religiosos y las calles solo recobraban vida cuando pasaban las procesiones. Eran otros tiempos, otra paz”.

Frente a la imponente Catedral de Antigua, evocó una conversación que tuvo al salir del Liceo San Rafael. Su profesor de religión, el sacerdote Claudio Víquez, le preguntó si había considerado ser sacerdote.

“Le dije que era creyente, pero no era mi camino. Sin embargo, no olvidé nunca esa charla. Y mientras me vestía con los hábitos, lo volví a pensar”.

Para Soto, Jesús es el centro de su vida. “Me da fuerza espiritual. Si pudiera entrevistarlo, le haría una sola pregunta: ¿por qué vino hace más de 2.000 años y no ahora, en tiempos de redes y conexión global?”

Este viaje, guiado por su amiga guatemalteca Silvia Reyes, lo describe como “intenso y cargado de emoción”. Más que una experiencia turística, fue una vivencia espiritual que lo reconectó con lo esencial.

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