Redacción/Agencias – Los socorristas que trabajan entre los escombros del colegio Rébsamen de México DF, colapsada tras el sismo de 7,1 grados el pasado martes, indicaron que las últimas imágenes de los escaneos se ven puntos de calor que indican que puede haber más sobrevivientes además de la niña que es llamada «Frida Sofía», a quien buscan liberar desde el miércoles por la tarde.
La pequeña lleva casi 48 horas atrapada entre los escombros, y aunque ayer por la noche creyeron estar muy cerca de rescatarla, la fragilidad de las estructuras forzó a detener los trabajos. Se redujo entonces el personal afectado y solo un equipo de élite quedó cerca o debajo de las losas destruidas tratando de socorrerla.
Además del trabajoso rescate, una de las incógnitas que mantiene en vilo a México es la identidad de la niña y el porqué ningún padre, madre o familiar reclama por ella tras casi dos días de padecimiento. Tampoco se han acercado en las últimas horas a preguntar por otros presuntos sobrevivientes, una actitud que desconcierta a las autoridades.
Por la noche, el médico Alfredo Vega salió caminando desde el frente de la escuela, donde trabajaban los rescatistas para preguntar por familiares de la niña. «El servicio médico se está preparando porque van a salir los niños», aseguró entonces.
«Sabemos de una niña que nos consta que está viva, y ella nos hace ver que tiene (cerca) a otros niños con vida. Pero a nosotros no nos consta la cantidad. Queremos manejar la información con mucha cautela», dijo por su parte el almirante José Luis Vergara, oficial mayor de la Secretaría, en declaraciones a Milenio Televisión.
Vergara, quien supervisa las labores de rescate en las ruinas del Colegio Enrique Rébsamen, expuso que los rescatistas, bajo el mando de la Semar, tuvieron que cambiar la estrategia para acercarse a la niña, quien se ha convertido en símbolo de los esfuerzos por hallar sobrevivientes y había sido identificada por las autoridades como «Frida Sofía».
Sin embargo, no hay alumnas con ese nombre registradas en la escuela y ningún padre reclama por una niña con esa identidad. Es un misterio quién es realmente la pequeña atrapada. Además, primero se dijo que tenía 8 años, y ahora creen que tiene 12. No está claro si ella no puede expresarse con claridad o si los rescatistas no han podido comprender sus palabras.
«Tuvimos que cambiar la estrategia para hacer unos cortes, toda vez que el tiempo se nos viene encima, y esperemos que en poco tiempo podamos estar rescatando a la niña y a quienes estén con ella», apuntó el militar. «Ya estamos muy cerca de llegar al rescate», enfatizó.
Detalló que los trabajadores ahora están tratando de llegar a la menor desde arriba después de romper una losa, si bien se mantiene otro acceso desde donde también procuran alcanzarla. «Todo indica que el corte que hicimos en la losa es lo que nos va a dar acceso de forma inmediata», abundó.
Precisó que los rescatistas están unos tres metros y medio por encima de «Frida», quien se encuentra bajo una mesa de granito «y todo indica que eso le salvó la vida».
El oficial indicó que no se ha tenido contacto visual con la niña, sino solo infrarrojo y acústico, «con la voz de ella».
Destacó que los trabajos para rescatar a la menor, de quien dijo que se le calcula una edad de 12 años, así como a los demás sobrevivientes, no se van a detener, ya que las víctimas pasan en este momento su segunda noche bajo los escombros y el tiempo apremia para poder sacarlas con vida.
La lluvia sobre amplios sectores de la capital complicaba aún más los rescates, pero se siguió trabajando con escaners térmicos mientras valientes rescatistas se sumergían en estrechos boquetes de metros de largo cavados en la pila de escombros.
También los equipos de rescate del colegio Rébsamen aseguraron estar en comunicación con la pequeña.
«Vi cinco niños vivos pero están enredados en una telaraña de varillas metálicas», dijo a la AFP un rescatista de protección civil que pidió el anonimato por no estar autorizado a declarar.
La noticia renovó el ánimo entre los militares, cuerpos de rescate y numerosos civilesque se sumieron voluntariamente en las ruinas de la escuela Enrique Rébsamen, en el sur de Ciudad de México, una de las zonas más afectadas por el sismo de 7,1 grados que deja más de 200 muertos en la capital y cinco estados.
Pero se advierte que sacar a los niños podría tomar horas.
«Es muy delicado el trabajo que se tiene que hacer para cortar las varillas sin lastimar a los niños. Los aparatos mostraban que los latidos de su corazón ya estaban débiles», añadió el rescatista.
«Frida» se convirtió en el símbolo de la esperanza tras la tragedia. Aunque por ahora ningún familiar se acercó a preguntar por ella, informó el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, quien pidió a los padres que tengan una hija desaparecida en la escuela de acercarse aunque su hija no tenga ese nombre.
Entre los cuerpos oficiales de rescate, un voluntario, un civil anónimo, era pieza clave: su tamaño menudo le ha permitido ingresar por un peligroso y estrecho canal y establecer contacto con «Frida Sofía» y a la que le ha pasado oxígeno y agua.
Una maestra de la escuela privada, que no se ha despegado del sitio, también acaparaba la atención: dibujaba un croquis del lugar y las características del ambiente donde permanece atrapada la menor.
La mayor parte del tiempo los socorristas piden con puños en alto que se guarde silencio.
«Estamos trabajando junto con cámaras térmicas y unidades caninas. Por momentos guardamos silencio absoluto para escuchar a los sobrevivientes. Ellos suelen gritar o golpear paredes», dijo a la AFP por teléfono Pamela Díaz, una panadera de 34 años que desde el martes trabaja en el rescate.
El derrumbe del colegio ha provocado la muerte de al menos 21 niños y cinco adultos, según el último reporte de la Secretaría de Educación Pública, aunque otras fuentes han elevado hasta 37 las víctimas mortales, 32 de ellos alumnos.
Mientras esperan un milagro, los vecinos se acercan para conseguir más información del operativo de rescate por parte de las autoridades.
«Vi cuando avisaron a uno de los padres… fue devastador», dijo entre sollozos a la AFPFlor González, una dentista de 42 años que asiste como voluntaria.
Adriana Fargo, en tanto, una de las madres de los niños atrapados, permanece sentada en una silla con los puños apretados y la mirada fija en el suelo. «No hay poder humano que pueda imaginar el dolor que estoy pasando», dijo a la AFP en un albergue improvisado a la intemperie, mientras espera noticias de su hija desaparecida bajo las ruinas de la escuela
No alcanzó a pronunciar el nombre de su hija cuando se le preguntó por a quién espera y solo logra apretar los labios para contener el llanto.
Mientras, su esposo trabajaba hombro a hombro con los soldados, bomberos y socorristas que removían cuidadosamente los escombros en busca de señales de vida de los pequeños.
Hasta ahora, 11 niños y al menos una maestra han sido sacados con vida de los escombros.
«Fátima: encontrada viva», «Fidel: hospital Ángeles», «Pamela: ambulancia». Los nombres escritos en las hojas intentan ser de ayuda para los familiares que se acercan a la institución.
La tarde del martes, el centro de México fue sacudido por un terremoto de 7,1 grados,justo el día que se cumplió el 32° aniversario del devastador terremoto de 1985. Hasta el momento, el sismo deja 230 fallecidos.
«Nos tuvimos que resguardar en nuestros salones hasta que pasara el temblor (…) Se vino una nube de polvo cuando colapsó una parte del edificio totalmente», dijo a la cadena Televisa.
Frente a la escuela, dos personas sentadas en una mesa con una computadora hacen las veces de «centro de control» para llevar una lista de los niños muertos, rescatados y desaparecidos.
Esta tragedia sucede cuando México no ha superado aún el trauma que le dejó otro terremoto -de 8,2 grados- ocurrido el 7 de septiembre, que dejó un centenar de muertos y numerosas casas destruidas.
Con información de Infobae