Redacción. La imagen de mirada penetrante, de 1,60 centímetros de altura y que representa a Jesús Nazarenos cada Semana Santa desde hace más de un siglo en Costa Rica, está rodeada de historias y leyendas.
Nadie sabe cómo ni cuándo llegó a Costa Rica. Tampoco se sabe cuál es su procedencia, aunque por sus características faciales algunos presumen que vino de Guatemala.
Sobre el Nazareno, cuya imagen recorre Cartago cada Jueves y Viernes Santo y el resto del año pasa inmóvil al lado derecho del altar mayor del templo del Convento de los Frailes Menores Capuchinos de Cartago, existen varias historias.
Dos de estas leyendas aparecen es un escrito de 1930, específicamente en una Monografía de Cartago de Jesús Mata Gamboa, en la página 150, párrafos 4 y 5 (I Edición, imprenta El Heraldo) que fue recogida por Rogelio Coto, un cartaginés que guarda entre sus archivos más preciados parte de la historia de la Hermandad de Jesús Nazareno.
A continuación, una copia textual de esos dos párrafos:
- Una leyenda supone que se encontraron cabeza y manos detrás del altar sin saberse quien puso ambas cosas ahó. Parece que en fechas coloniales había urgencia de un Nazareno para la procesiones de Semana Santa. El tiempo era corto y los fondos escaseaban. Los apuros del padre Capellán eran bastantes y visible su tristeza al no poder conseguir lo que deseaba. De pronto, sin saber cómo, ni quien la trajera, una cartulina llegó a poder del Capellán, firmada por una monja, en la que se decía que detrás de cierto altar había lo que tanto deseaba. El padre Capellán no encontró otra cosa que las piezas del actual Nazareno
- Otra Leyenda, que corre de boca en boca, es de que el santo es guatemalteco y se dice que es escultor al terminar la obra magnífica que acababa de realizar, ya completamente tallada, la imagen se llenó de vida y los tristes y apacibles ojos clavados con mansedumbre y amor en el escultor con acento dulce le preguntó: ¿Dénde me conocisteis que has logrado hacerme tan perfecto? El artista al oír la voz de su escultura, se desplomó y murió en seguida.
Ambas historias son confirmadas, casi 90 años después, por Jorge Guzmán, un miembro de la Hermandad de Jesús Nazareno que tiene a su cargo el cuido de tan preciada imagen para los cartagineses.
Según Guzmán, ambas historias han recorrido los pasillos del Convento durante años, pero ninguna puede darse por real. Incluso, a la segunda leyenda, le hace una variación, pues la versión que maneja es un poco diferente a la primera en cuanto a cómo llegó el mensaje.
“El capellán del Convento estaba orando frente al Santísimo pidiéndole que lo ayudara a conseguir una platita para comprar una imagen para la Semana Santa, cuando una monja le tocó la espalda y le dijo ´lo que usted está pidiendo está detrás del altar, vaya búsquelo´. Se fue a buscar y encontró la cabeza y las manos de este Nazareno, ya con eso hicieron el resto.”
Al día siguiente, el capellán se fue al convento a buscar a la monja para darle las gracias. Como no sabía su nombre, la madre superior le preguntó que cómo era… Y le dijo que la monja que le estaba describiendo había muerto hacía tres años”, repasó Guzmán la historia.
Sin duda, el misterio sobre la procedencia del Nazareno permanecerá por siempre; sin embargo, para los creyentes y devotos lo importante es la fe.
Algo similar ocurre con la imagen de la Virgen de Dolores que acompaña al Nazareno en las procesiones de la Semana Mayor. Tampoco se sabe a ciencia cierta cuando llegó a Cartago.
Una historia dice que fue donada por una familia que estuvo a punto de morir en un naufragio durante un viaje de España. En agradecimiento por haber escuchado sus plegarias aquel día, la familia donó a los frailes la Virgen de los Dolores.
Por las características del rostro de la imagen, algunos coinciden que sí fue traída de España.