Minor Araya Salguero
Criminólogo y exjefe OIJ
Lo violento o no de cualquier país – bajo estándares internacionales – básicamente se mide por la cantidad de sus muertes dolosas. La Organización Mundial de la Salud [OMS] califica como epidemia cuando la cifra de homicidios sobrepasa los 10 por cada 100 mil habitantes.
“Si quieres hacer enemigos, trata de cambiar algo” – Woodrow Wilson –
Nuestro país, Costa Rica, ha estado y está enfermo; es una condición innegable como lamentable. Si bien en el año 2018 la cantidad de homicidios baja en 16 [587 homicidios] con respecto a los 603 casos registrados en el año 2017, año en el cual se alcanza la tasa récord en la historia de lo que fuera “La Suiza Centroamericana” 12.1 homicidios por cada 100 mil habitantes, no hay mucho por que aplaudir.
¿Y las causas…? Según el Organismo de Investigación Judicial [OIJ] en 2017 “Un 48% de las muertes violentas fueron por ajustes de cuentas y venganzas entre grupos delictivos, y 25% estuvieron vinculados al narcotráfico. Otras causas fueron violencia doméstica y riñas. La mayoría de estos homicidios son pugnas por narcomenudeo en ciertas zonas del país, como Limón y algunos distritos de la capital” (AFP).
En otras palabras, la misma historia: El Narcotráfico, el Crimen Organizado. ¿Qué necesita – entre otros – el narcotraficante para cumplir sus objetivos? Armas de fuego; sin este tipo de insumo, el tráfico de drogas resultaría un “negocio” muy efímero y con más cualidades suicidas.
Las armas, al igual que las armas de fuego, se inventaron para matar y, aunque los habitantes del mundo lo saben perfectamente, según un estudio de Small Arms Survey mientras en el año 2006 se estimaba que unas 650 millones de armas de fuego estaban en poder de civiles alrededor del mundo, para el año 2017 esa cifra crece un 32% [207 millones más] alcanzando los 857 millones de personas armadas.
Cada nación tiene su propia cultura, sus propias costumbres y por ende, sus propias leyes. Así, cada cual tiene su exclusiva regulación en materia de armas de fuego. En Costa Rica, desde 1995 tiene vigencia la Ley 7530 una que, aunque no perfecta [contiene ambigüedades y otras apreciaciones] bien nos ha regulado. Esta normativa le permite al apto ciudadano poseer hasta tres armas de fuego, un aspecto entre otros, que esta administración [Alvarado Quesada] fuertemente cuestiona y quiere limitar a una [arma].
Para los diputados de la República, los argumentos presentados por el Ejecutivo en el Foro Legislativo [Lunes 14 de enero] a efecto de lograr la modificación de reducción de la tenencia por habitante [de tres armas a una], fueron sencillamente ayunos de objetividad; por tanto, abultados de futilidad. La reacción al rechazo de aquello que arguyó el Ministerio de Seguridad Pública (MSP) no se hizo esperar, el 16 de enero Telenoticias hacía conocer el argumento, la justificación principal del gobierno:
“Las estadísticas en el mundo determinan que en los lugares en donde hay más armas hay más muertes, en los lugares en donde hay más control y menos armas hay menos muertes” (Carlos Alvarado)
¿Estará nuestro presidente de la República en lo correcto…? Revierte mucha importancia considerando la clara advertencia del Ministro de Seguridad Pública «si no se modifica la Ley de Armas no se podrán reducir los homicidios» (Telenoticias). Tratemos de poner a prueba esa argumentación presidencial…
Coloquemos a Costa Rica en perspectiva considerando algunos indicadores ciertamente fundamentales: 1. Población. 2. Posesión Estimada de Armas por Civiles [PEAC]. 3. Tasa de Tenencia de Armas por 100 habitantes [TA100] y, 4. Tasa de Homicidios por cada 100 MIL habitantes [TH100]. Los datos deben ser comparados con sus equivalentes de otros países y tal vez, sea esa visualización la que apoye o no la afirmación en cuestión utilizando datos de diferentes fuentes serias y confiables como Small Arms Survey, InSight Crime, ONUCD, Gun Violence Archive y FBI a 2017.
1.- Estados Unidos de América con una población de 326,474,000 y una PEAC de 393,347,000, tiene una TA100 de 120.5; no obstante, su TH100 es de 5.3.
2.- México con una población de 130,223,000 y una PEAC de 16,809,000, tiene una TA100 de 12,9; no obstante, su TH100 es de 25.
3.- Honduras con una población de 8,305,000 y una PEAC de 1,171,000, tiene una TA100 de 14.1; no obstante, su TH100 es de 42.8.
4.- El Salvador con una población de 6.167.000 y una PEAC de 737.000, tiene una TA100 de 12.0; no obstante, su TH100 es de 60.
5.- Colombia con una población de 49.068.000 y una PEAC de 4.971.000, tiene una TA100 de 10.1; no obstante, su TH100 es de 24.
6.- Brasil con una población de 211.243.000 y una PEAC de 17.510.000, tiene una TA100 de 8.3; no obstante, su TH100 es de 29.7.
7.- Jamaica con una población de 2.813.000 y una PEAC de 246.000, tiene una TA100 de 8.8; no obstante, su TH100 es de 55.7.
8.- Suiza con una población de 8.854.000 y una PEAC de 2.332.000, tiene una TA100 de 27.6; no obstante, su TH100 es de 2.9.
9.- Venezuela con una población de 31.926.000 y una PEAC de 5.895.000, tiene una TA100 de 18.5; no obstante, su TH100 es de 89.
10.- Chile con una población de 18.313.000 y una PEAC de 2.220.000, tiene una TA100 de 12.1; no obstante, su TH100 es de 3.3.
11.- Costa Rica con una población de 4.906.000 y una PEAC de 493.000, tiene una TA100 de 10.0; no obstante, su TH100 es de 12.1.
12.- Paraguay con una población de 6.812.000 y una PEAC de 1.140.000, tiene una TA100 de 16.7; no obstante, su TH100 es de 7.8.
Por consiguiente, la tesis del señor presidente Carlos Alvarado, urge de revisión, parece requerir de un análisis más consecuente con la realidad ya que, las sociedades con más armas no son las más violentas del mundo.
Y como si no fuera suficiente, las Tasas de Homicidios por cada 100 mil habitantes [TH100] no reflejan únicamente, las muertes por proyectil de arma de fuego, no; es una cifra general [muertes por arma blanca, arma de fuego, estrangulamiento, etcétera]. De tal forma que, los homicidios producidos por armas de fuego son parte de esa cifra que como tasa, se hace denotar con un carácter general. Por ejemplo, Estados Unidos presenta una tasa de 5.3; no obstante, según Statistas y el FBI “En 2017, se cometieron aproximadamente 3,37 homicidios por arma de fuego por cada 100,000 habitantes en los Estados Unidos.”.
Con respecto a Costa Rica, sus indicadores aún requieren de afinamiento. Desafortunadamente, la Asamblea Legislativa así lo hace denotar dentro del trámite de modificación a la Ley 7530. El MSP no tiene por claro cuál es la segmentación de aquellas armas de fuego que alguna vez fueron lícitas y, por una u otra razón, pasaron al mercado negro; a manos criminales.
“Un planeta sin armas, sin duda alguna sería un mejor lugar para vivir; no obstante, históricamente el mundo se ha autodestruido haciendo uso extenso e irresponsable de estas”.
No, no es maltratando al buen ciudadano, coartando su derecho a protegerse y proteger a los suyos la forma de combatir eficientemente el crimen en Costa Rica. No son la ignorancia, la mentira y la demagogia armas eficaces contra aquellos que a diario manchan con sangre nuestras calles y enlutan nuestras familias, no; son el trabajo, la verdad y el conocimiento armas realmente válidas.
El problema no está en los buenos ciudadanos, que ante el fracaso rotundo de nuestras autoridades en su lucha contra el crimen, optaron por una razonable y proporcional medida de autoprotección. No culpen al buen ciudadano que optó por armarse, del estado poroso de nuestras fronteras, de las leyes que benefician al narco, de los funcionarios públicos ignorantes, vagos y corruptos, no les culpen por tanta hipocresía, negligencia e impericia existentes.
“Hay una gran disponibilidad de armas. No está claro de dónde provienen, pero existe un importante flujo [de armas fuego] a través del corredor centroamericano como consecuencia de las guerras civiles” – Walter Espinoza (OIJ) –
¿Qué hace que un ciudadano apto, uno que ya tiene un arma de fuego legalmente inscrita, al inscribir una o dos más, sea considerado una amenaza para la sociedad? De momento, no perdamos más tiempo buscando pulgas y no garrapatas… hagamos a Costa Rica más segura, eliminemos a los narcotraficantes, a los violadores, a los temibles asaltantes que en 2018, por día asaltaron a 36 peatones, 13.283 delitos de este tipo en un año y, estoy seguro que muy pocos tendríamos voluntad de invertir en la compra de estas frías cosas, llamadas armas de fuego, instrumentos con capacidad de producir terrible daño al ser humano.
Al buen entendedor, pocas palabras. A trabajar para encerrar día con día, al narcotraficante, a quebrar su fuente de ingresos, a pulverizar su mercado negro de armas, a arrebatar lo que el narco le ha arrebatado a una buena sociedad, a valorar realmente al adicto como lo que es “El eje central”. Como bien lo ha dicho nuestro presidente de la República: “A trabajar”.
Que lo anterior no se interprete más allá de su propósito central: Coadyuvar, de alguna manera, con nuestras autoridades en su ardua y delicada misión contra el cáncer que nos corroe: El Narcotráfico y Crimen Organizado.
ESO es un experto, no un ex ministro de salud, educacion o liberación de reos auto proclamándose “expertos”
Puedo decir con holgura que soy amigo y fuimos compañeros de labor, tanto del Señor Ministro Soto como del Señor Viceministro Castillo. No por eso puedo obviar cruzar espadas cuando el tema o la situación lo ameritan. Una y otra vez, desde la administración de Laura Chinchilla, está en el tapete político la cuestión de la reforma a la actual ley que regula la tenencia y portación de armas de fuego. Una y otra vez, los conocedores de la materia han hecho valer su opinión sobre los defectos de las reformas propuestas, apoyándose en sus conocimientos y en estadísticas nacionales e internacionales. Yo mismo comparecí ante la comisión que estudiaba el asunto, y dí mi parecer con base en mis conocimientos y mi experiencia policial. Una y otra vez, han sido desenmascaradas las estadísticas amañadas o tergiversadas, que los seguidores de la Fundación Arias, algunos de ellos desde puestos de funcionarios públicos han utilizado para confundir a los diputados y a la opinión pública, como si su hoplofobia fuera patente de corso para mentir y engañar. Hoy nos encontramos ante una nueva arremetida, que pretende despojar al ciudadano honesto de sus medios de defensa de vida y propiedad. Las estadísticas que has tenido la acuciosidad de localizar y publicar, merecen ser compartidas con todos los diputados, para que cuando vayan a votar el proyecto de ley, no lo hagan con el hígado ni con el corazón, sino con el seso, la fuente de toda buena legislación. Tal vez el diputado Dragos Dolanescu Valenciano pueda ser el transmisor de tu valiosa aportación. Un abrazo, mi hermano.
Excelente artículo!!!
Muy buen análisis concuerdo completamente, es cuestión de estadísticas y sentido común.
Excelente comentario, muy bien documentado, muy lejos de la propaganda del gobierno. Felicitaciones.
Comments are closed.