Los allanamientos suscitados en las oficinas centrales de la Secretaría Técnica Nacional Ambiental (Setena) del Ministerio de Ambiente y Energía por temas de corrupción no sorprenden; no sorprenden porque es un grito a voces las anomalías que se presentan en las distintas direcciones de este ente público.
El manejo irregular de permisos y concesiones a cambio de dádivas y favores son pan de todos los días.
Desde hace muchos años, Setena ha estado bajo la lupa de las autoridades, primero, por la lentitud bajo la que opera, así como por el otorgamiento irregular de permisos ambientales.
Los distintos allanamientos y capturas de funcionarios de alto nivel, incluido el propio director de la secretaría, confirman las sospechas y rumores de que ahí las cosas se manejan a cambio de dinero y regalos.
Los vídeos decomisados por el OIJ revelan como los particulares con intereses muy marcados entraban y salían de Setena como si fuesen sus oficinas personales.
Pero Setena no es el único elefante blanco dentro del Minae. Hay otras dependencias con un tufo profundo a corrupción y carroña.
Las denuncias por temas de corrupción ya existen y están bajo análisis del Ministerio Público. Hay funcionarios, por ejemplo, de la Dirección de General de Transporte y Comercialización de Combustibles, denunciados por situaciones relacionadas directamente con su actuar.
No es de extrañar que la próxima oficina en ser allanadas sea la de esa dependencia, pues en los corrillos se sabe como se manejan ciertas cosas ahí y cómo funcionan. El tiempo lo dirá.
Es una pena que una institución tan importante para Costa Rica por tratarse de la cartera encargada de proteger el Medio Ambiente -del cual tanto nos jactamos los ticos- sea utilizada para recibir paseos familiares, regalitos, dinero y otras cosas más.
Hoy, queda claro que la corrupción está en el Minae así como en otras instituciones públicas más. Muy pocas escapan en estos tiempos.
Un aplauso para los funcionarios íntegros que sí saben ejercer sus funciones de la manera correcta y prefieren dormir tranquilos, sin pensar en que mañana también pueden ser detenidos como otros.