Redacción – Si no fuera porque cumplió el jueves anterior 90 años, se diría que Isabel II no tiene edad, ya que su figura imperecedera y omnipresente se ha convertido en un símbolo de la monarquía británica que va más allá de la persona en cuestión.

Fue el 21 de abril de 1926 cuando la pequeña Elizabeth Alexandra Mary Windsor, llamada por su familia Lilibeth, nació en Londres, como la primogénita de los duques de York, y cuando era su tío Eduardo, quien estaba destinado a reinar, aunque solo lo hiciera menos de un año en 1936.

La abdicación de Eduardo VIII a la corona, tras su matrimonio con la divorciada estadounidense Wallis Simpson, convirtió ese año al padre de Lilibeth, Jorge VI en monarca británico hasta 1952, cuando la joven accedió al trono como reina del Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, además de los estados de la Commonwealth.

«Declaro ante todos ustedes que toda mi vida, sea larga o corta, estará dedicada a su servicio y al servicio de nuestra gran familia imperial», prometió a los 21 años, cinco antes de convertirse en monarca.

Para ser fiel a su palabra, a partir de ese momento selló su boca. Nadie sabe nada ni de sus sentimientos ni de sus opiniones ni de sus pensamientos en un reinado que abarca más de 64 años y que ha contado con doce primeros ministros, pero lo que sí se sabe es que con 90 años de vida y 64 de reino, está aferrada al trono británico.

Repasamos su vida en fotos: