Redacción / Agencias – Entre quienes viven en París, la capital francesa y sus alrededores, toparse con una patrulla ya no genera ninguna sorpresa. Como mucho, llama la atención de un turista recién llegado.
Y es que esta ciudad se convirtió en una zona militarizada desde el 13 de noviembre del año pasado, cuando terroristas reivindicados por el Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) realizaron un ataque comando que dejó un total de 130 muertos, entre las explosiones cerca del Stade de France, las ráfagas de tiros en distintos bares céntricos y la masacre en la sala de conciertos Le Bataclan.
Ante la concreción de la amenaza terrorista, el gobierno de François Hollande debió profundizar las medidas de seguridad del plan Vigipirate que ya había adoptado tras los atentados del 7 de enero de 2015, entre ellos el ataque contra el semanario Charlie Hebdo. Unos 10.000 militares fueron desplegados en todo el territorio francés; la mayoría de ellos en la región de Île de France.
Vivir hoy en París significa que una vez al día se escuchará el ruido de las sirenas en las calles, se verá el desfile en caravana de las camionetas de la Policía o se deberá pasar un control de seguridadantes de entrar a un edificio. Es también saber que el transporte público puede ser interrumpido en cualquier momento por un paquete o una persona con actitud sospechosa.
El aniversario del 13 de noviembre será recordado con misas en todo el país. Distintas asociaciones de víctimas invitaron, a su vez, a encender velas en las ventanas como forma de homenaje.
Por otro lado, el teatro El Bataclán reabrió sus puertas este sábado con un concierto de Sting, cuya recaudación será donada a la atención de los sobrevivientes y familiares de las personas asesinadas.
Los lugares donde ocurrieron los atentados eran, además, fuertemente vigilados este fin de semana por la policía ante la posibilidad de que fanáticos pudieran intentar nuevos ataques.