Redacción/EFE- Roger Moore, el actor británico de la sonrisa pícara y la ceja arqueada, que saltó a la fama en la serie El Santo y las películas de James Bond, ha muerto a los 89 años víctima de un cáncer.
Más famoso por sus célebres personajes que por su capacidad para la actuación, Moore será sobre todo recordado por su papel del agente 007 y el de Simon Templar en El Santo. Al margen de su carrera artística, Moore fue embajador de buena voluntad del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), lo que le valió el título de caballero en 2003.
Nacido el 14 de octubre de 1927 en el barrio de Stockwell, sur de Londres, Moore era hijo de un agente de policía y un ama de casa, que de pequeño se vio obligado a vivir en el condado de Devon (suroeste de Inglaterra), por el estallido de la II Guerra Mundial.
Desde joven se interesó por la actuación y estudió en la Real Academia de Arte Dramático, aunque, debido a la falta de recursos, consiguió que la matrícula fuera pagada por el director de cine Brian Hurst, que después lo fichó como actor secundario en la película de comedia musical Trottie True en 1949. En los años cincuenta aparecería en anuncios de publicidad para revistas, sobre todo de ropa de lana y pastas dentales.