Redacción-  Los accesos al Parque Nacional Volcán Poás continúan cerrados tras las erupciones freáticas que se presentaron en abril pasado, han pasado casi 4 meses y la presión económica sobre los comerciantes de la zona no ha hecho otra cosa más que aumentar, ya que los ingresos bajaron considerablemente pero las deudas se mantienen.

Un estudio reciente de la Universidad Latina de Costa Rica reveló que los comercios de la zona han experimentado una disminución de hasta un 71% en las ventas de sus productos y servicios debido a la la baja afluencia de turistas en la zona.

Una de las principales conclusiones del estudio indica que antes del evento,  los negocios registraban ingresos diarios por ₡769.643, la cifra disminuyó bruscamente a ₡40.000 diarios, lo que  implica un duro golpe para los trabajadores y comerciantes.

Doña Rosa Alvarado representa uno de los tantos rostros que tiene la crisis. Ella es la propietaria  junto con sus 8 hermanos de  Lagunilla Lodge, un negocio familiar con 23 años en la zona y que cerró por completo sus puertas desde el Viernes Santo pasado.

Cinco de los hermanos Alvarado dependían  por completo de las ganancias que generaba el negocio, ellos quedaron de manos atadas y han tenido que ingeniárselas  durante este tiempo para sobrevivir a la crisis.

La agricultura, trabajos ocasionales, la ayuda del resto de los hermanos y  subsidio del IMAS, apenas son suficientes para satisfacer las necesidades básicas de sus familias.

«Tres hermanos reciben un subsidio de ₡150 mil, otros dos de ₡50 mil, y uno de los hermanos todavía no ha recibido nada, es un tiempo bastante difícil», aseguró Alvarado.

Leonel Araya, presidente de la Cámara de Comercio de la zona manifestó que aunque han trabajo fuerte en atraer visitantes a la zona a través de publicidad, promociones y rebajas en sus negocios, los esfuerzos no alcanzan.

Las ventas muestran leves mejoras durante los fines de semana pero entre semana se caen por completo. La siguiente estrategia, según Araya, es negociar la rebaja de los costos fijos por lo que ya se programaron reuniones con  bancos estatales e instituciones como la Caja Costarricense de Seguro Social, el Ministerio de Hacienda y Casa Presidencial.

Araya indicó que lo que preocupa en la zona es que los meses más duros y donde históricamente registran las ventas más bajas, están por llegar.

«Ahorita nos estamos manteniendo, no crecemos. Estamos asustados, la plata que recogíamos en Semana Santa nos ayudaba a sobrevivir a esos meses que siempre han sido malos. No existe ese ahorro, ahí vamos a ver el impacto real de la crisis», aseguró Araya.

Los comerciantes mantienen la convicción de no realizar despidos, pero si la situación no se atiende inmediatamente será inevitable, ligado al cierre de negocios y al empobrecimiento de la zona.

«Las instituciones y diputados han tenido buenas intenciones, pero necesitamos que pasen del deseo de ayudar a acciones concretas, esperamos lograrlo con las reuniones que se tienen programadas», finalizó Araya.