Conocedores de las limitaciones legales y constitucionales -existentes al día de hoy- para que la policía muestre el rostro de los delincuentes detenidos como ocurre en otros países, es importante analizar el fenómeno social que la noticia revelada por AM Prensa generó en los últimos días.
El ministro de Seguridad Pública, Gustavo Mata, no está solo. La gran mayoría de los costarricenses está de acuerdo con él: todos desean conocer la cara de esa persona que asalta, viola, comercializa droga y hasta asesina.
Basta con analizar las diferentes encuestas que los medios de comunicación hicieron para conocer la posición de los ticos. Los resultados fueron aplastantes. Más del 90 por ciento está de acuerdo con la aprobación del proyecto de ley que impulsa el diputado Jorge Alberto Alfaro.
La argumentación en torno a la prevención del delito es sumamente válida. Los costarricenses debemos conocer quién es el enemigo que atenta contra la seguridad de la ciudadanía, más si tomamos en cuenta que el 97 por ciento de los delitos denunciados ante el Poder Judicial quedan sin esclarecer.
De ahí la importancia de conocer quienes son esos hombres y mujeres que, por ejemplo, han sido detenidos hasta más de 50 ocasiones en San José por diferentes crímenes, pero que los jueces liberan una y otra vez.
Estamos convencidos de que si las caras de esos delincuentes se conocieran, la incidencia de robos disminuye en los centros de ciudad, pues todos nos cuidaríamos de esos energúmenos que andan sueltos por el favorecimiento que reciben de las leyes.
Hoy, parecen tener más derechos esos criminales que las víctimas. El asesino es protegido a más no poder, mientras la víctima yace en el suelo frente a las miradas impotentes de sus familiares y el morbo de quienes pasan por la escena.
Y ese mismo delincuente, cuyo rostro es un misterio para el país, en muchas ocasiones es hasta encarcelado en una celda aparte para proteger su integridad física, misma que él le violentó a otra persona. ¡A esos extremos hemos llegado!
A los pocos meses anda libre de nuevo, entre nosotros, pero nadie lo conoce. Ese es parte del problema: los criminales estudian a su víctima antes del golpe, pero como a ellos nadie los conoce es imposible prevenir la desgracia.
El ministro no está solo, lo siguen los buenos! Aquellos abolicionistas que defienden a los delincuentes seguramente, nunca han sido víctimas del hampa y aún creen que nuestro sistema penal -con esas penas ridículas- es perfecto para el «país de paz» que somos.
Los tiempos cambian, la sociedad es más violenta, el crimen organizado nos tomó -pese a las advertencias- con los pantalones abajo y seguimos creyendo en un sistema garantista. El país pide conocer a los delincuentes.
La razón para cubrir los rostros se encuentra en este mismo artículo. Como dice: «el 97 por ciento de los delitos denunciados ante el Poder Judicial quedan sin esclarecer.» Esto quiere decir que muchos rostros de «delincuentes» serán mostrados sin reparo al público pero no sabremos com certeza si son culpables o no. Estaríamos juzgando personas sin juicios ni pruebas. Ya su rostro salió en televisión (con la prensa amarillista e irresponsable que hay en este país) y quedó condendo aunque al final, en los Tribunales, quede absuelto.
Que bueno porque aquí se protege a los delincuentes
Don Ernesto, saludos cordiales. Ese 97 por ciento corresponde a casos en los cuales siquiera hubo un detenido. Es decir, nunca llegaron a la fiscalía con un imputado. En cuanto a los casos juzgados, actualmente el Ministerio Público logra que el 72 por ciento de los casos que llegan a juicio sean condenados.
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