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Violencia al volante es una enfermedad

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Redacción/Agencias – Personas teóricamente apacibles, pacíficas, brotan de rabia en ciertas ocasiones. Les invade una ira impersonal, que desconocen, que les sorprende incluso a ellos.

Experimentan lo que los expertos llaman «síndrome de ira al volante»: una transformación cabal de la personalidad que escala progresivamente diferentes niveles de furia hasta incluso la pérdida del control, en individuos supuestamente racionales.

La reacción activa improperios, gestos y agresiones físicas. La ciencia analizó la naturaleza y las características de la agresividad de los conductores intolerantes.

Un estudio de la Universidad de Temple en Filadelfia encontró patrones que intentan explicar las razones del despertar irascible del protagonista. Algunos rasgos particulares de personalidad se estimulan por el estrés del tráfico que detonan en el «síndrome de ira al volante».

Los investigadores encontraron que las personas competitivas y con tendencia a exponer su supuesto estatus elevado inciden en un enojo despiadado en su comportamiento vial. Para ellos, la conducción supone un escenario donde medirse con contendientes aleatorios.

El informe incluye en las personas con propensión a manifestar ira en situaciones de tráfico a los narcisistas, un trastorno de la realidad que exagera la admiración o la representación de la propia personalidad.

Como creen sentirse superiores a los demás, interpretan que tienen derechos más flexibles a la ley y no toleran errores ajenos ni aceptan maniobras irresponsables propias. Su personalidad lo hace más proclive a mutar en seres casi irracionales.

«Conducción agresiva: una experiencia de consumo» fue denominado el estudio que salió publicado en la publicación «Psychology & Marketing» y que recoge información extraída de dos estudios realizados en Israel: una encuesta a 134 hombres y mujeres de un promedio de edad de 23 años sobre la mirada holística a la influencia de la personalidad, las actitudes y los valores; y otro relevamiento a 298 personas que incorporó al primer estudio los factores de atracción de riesgo, impulsividad, conducción como actividad hedonista y percepciones sobre la ambición y la ansiedad.

«La percepción del automóvil como una extensión de la personalidad conduce a un comportamiento más agresivo en la carretera en lugar de una mayor conducción prudente», reza el informe.

«Las personas suelen ver al auto y al espacio vial que ocupan como ‘su’ territorio y tratará de defenderlo como sea necesario», escribieron los autores de la publicación, que vincula a la conducción colérica con un deseo de la sociedad consumista que desea ser propietario de todo lo que se le antoje, incluso en un contexto de circulación urbana.

La investigación también determina que las personas con tendencias compulsivas son más propensas a manejar agresivamente sin tener en cuenta las consecuencias y que los jóvenes en etapa de formación de su propia identidad pueden adoptar un comportamiento más temerario, pecar de confianza y subestimar los riesgos de una conducción imprudente que puede confundirse con habilidad o vanidad.

Señala a los hombres como los más agresivos y que la estructura y defensa del vehículo libera la ira sin escrúpulos del conductor por sentirse a resguardo y menos observado: un modo de deshumanizar la escalada visceral.

El consumismo, el materialismo, la importancia de las posesiones, el narcisismo, la competitividad, tal vez la masculinidad y la juventud pueden potenciar la tendencia a incidir en conflictos de tráfico. ¿La solución? Respirar profundo, serenarse y pensar.

Con información de Infobae.

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