Redacción – El agua que utilizamos en el hogar para diversas tareas domésticas desaparece rápidamente al desecharla por el desagüe. Sin embargo, este líquido pronto recorrerá un largo camino subterráneo para terminar en un sitio que, por sus características, tiene el potencial de impactar negativamente el ambiente.
En lo anterior son cómplices la infraestructura actual del alcantarillado y el presupuesto existente. Si bien la red de alcantarillas permite que el agua potable llegue al 91% de la población costarricense, hay un 13,4% del total de agua residual del país que no recibe tratamiento después de su uso.
De esa cifra, el 70% corresponde a aguas provenientes de los hogares. A esta situación se le suma el tanque séptico. Aunque este sistema actualmente recolecta gran parte de las aguas residuales a nivel nacional, y es una parte fundamental para el saneamiento en Costa Rica, desde hace unos años este aliado es cada vez más inviable.
“Hoy las casas que se construyen son muy reducidas de espacio entre una y otra. Se necesita que haya un lugar para drenar las aguas. Esto se imposibilita aún más si las casas o apartamentos no tienen patio o jardín”, señaló Yamileth Astorga, presidenta ejecutiva del Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA) y docente de la Escuela de Tecnologías en Salud de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Cambio difícil
Tener una nueva infraestructura de saneamiento a nivel nacional requeriría modificar la mayoría de tuberías de los barrios y de las urbanizaciones. El objetivo sería redirigir las aguas que van al taque séptico a otro sistema de saneamiento. Esto implicará una inversión importante en reformas del alcantarillado.
“Si yo tengo un tanque séptico en la casa y debo llevar las aguas al frente de la casa, se requiere romper el piso para cambiar la dirección de las aguas, lo cual implica un costo económico considerable” manifestó Astorga.
No obstante, el AyA, el Ministerio de Ambiente (MINAE) y el Ministerio de Salud han establecido la meta de llevar a cero el índice de aguas residuales para el año 2045, según la Política de Saneamiento Nacional de Aguas Residuales publicada en 2017. Para lograrlo se necesitaría más de seis mil millones de dólares.
Desafíos vigentes
El finaciamiento por parte del Estado ha sido clave. El alto costo de las plantas de saneamiento hizo que el AyA no pudiese financiarse sola como se tenía previsto en un inicio.
El sistema de saneamiento es casi cuatro veces más caro que el costo de infraestructura para un acueducto. Es decir, solo el 30% de lo que se paga actualmente por agua potable en las tarifas. Como consecuencia, se difulta un avance significativo en este campo.
“Hablamos que una tarifa de saneamiento rondaría los 80.000 colones. Por supuesto, no es para nada viable que se tomen estas medidas”, explica el ingeniero Álvaro Araya García, director de la Unidad Estratégica de Negocios de recolección y tratamiento de aguas residuales del AyA.
Por esa razón fue necesario una negociación con el Ministerio de Hacienda y finalmente el AyA obtuvo el préstamo de 105 millones de dólares para el inicio del cumpliemiento de las metas.
Otro de los desafíos presentes es aumentar la cantidad de técnicos, expertos y profesionales respecto al tema de saneamiento, así como ampliar el conocimiento existente.
Con información del portal de noticias de la UCR.