Redacción-Mailyn Hernández, es una mujer sobreviviente de COVID-19, pero en el camino perdió a su esposo «Gerardo» de 43 años y a su suegra » María Elena» de 63 años. Hernández señala que todos fueron contagiados por una persona allegada que no creía en la pandemia.
La municipalidad de Desamparados le realizó una entrevista a Hernández para dar a conocer su testimonio y hacer consciencia sobre la protección que deben de ejercer los ciudadanos para evitar más contagios y muertes en el país.
La vecina de Dos Cercas de Desamparados abrió su corazón para contar su triste relato y su experiencia con el Covid-19.
La desamparadeña manifestó que desde que inició la pandemia en su casa extremaron las medidas pues el esposo y la suegra tenían factores de riesgo, además quería proteger a su hijo de 10 años llamado Luca.
«En mi casa solo yo salía a hacer las compras, lo que era alcohol en gel, los zapatos se dejaban afuera, se daba el lavado de manos, el limpiado del piso, lavaba con cloro el corredor, osea todas las medidas extremas. Igual en el carro con guantes y mascarillas. Tratabamos que no salieramos mucho, mi suegra (tenía problemas de tabaquismo) ya no salía a dejar su mercadería, solo mi esposo (asmático) y yo, así tratabamos que no todos salieramos», comentó.
Señala que no rompieron su burbuja social, no permitían visitas en su casa ni iban a visitar a nadie.
«Es íncreíble que haya personas que digan que esto no existe, una persona que entró a nuestra casa que trabajaba con mi suegra decía que esto era una estrategía del gobierno para paralizar el país, para domarnos y domesticarnos. Nosotros si sabiamos que mi suegra le decía a esta persona traiga mascarilla, cambiese los zapatos, pero no hacía caso entonces ella solo le desinfectaba los zapatos. En el círculo que se trabajaba, osea en el taller había abanícos y el virus hizo fiesta. Esta persona nunca presentó síntomas y pensabamos que era una persona sana», señaló.
Hernández cree que Dios tiene una lesión de vida, y manifiesta que no se puede confiar en en nadie ni por más amigo, hermano de nadie y pensar en que no pueda andar con el virus.
Una «lesión» de vida. Claro bastante educada la periodista.
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