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La cruz de Alajuelita vale la pena

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  • A unos cuatro kilómetros de San José, el cerro San Miguel invita a los caminantes a una aventura inolvidable

Por Andrey Pineda 

Alajuelita es conocido por dos cosas particulares. Primero por la canción “Alajuelita tu eres mi canción”, compuesta el siglo pasado por el maestro Víctor Hugo Berrocal. Segundo, por la majestuosa cruz metálica que corona el cerro San Miguel, más conocido como “la cruz de Alajuelita”.

El cantón 10 de San José destaca, además, por su imponente iglesia –el santuario del Santo Cristo de Esquipulas– y sus hermosas montañas a tan solo cuatro kilómetros de la capital.

Un grupo en Facebook llamado “Alajueliteños a Pata” organizó una caminata al cerro, actividad a la que acudió Digitus CR. Compuesto por aproximadamente 60 personas divididas en tres grupos (respetando el distanciamiento social por la pandemia), los caminantes empezamos la travesía con guías y baquianos de la zona.

La caminata se inició a las 2 y 30 de la tarde en El Llano de Alajuelita. El recorrido no fue fácil, pues transitamos por trillos empinados, cercas y propiedades donde habitan búfalos que, si bien es cierto no son agresivos, pueden ser peligrosos por su peso y rapidez.

A tomar aire

La primera parada fue una hora después de iniciar el recorrido, en un sector llamado “el mirador”. Allí la vista es espectacular y hace honor a su nombre: se observa toda la ciudad de San José.

La segunda parada fue a las 4:00 p. m. en un sitio conocido como “la cuesta rompe pechos” por su tremenda inclinación. Cuentan los baquianos que muchas personas se devuelven de ese lugar por el cansancio y las condiciones climatológicas.

Nos adentramos en el cerro San Miguel asediados por un feroz frío que penetraba hasta los huesos, rodeados de una bruma espesa.

Los pies pesaban, pues estábamos a 2.036 metros sobre el nivel del mar. Y llegamos hasta la imponente cruz, una estructura metálica de 26 metros de altura cuya construcción se inició el 1933 y finalizó en 1938.

Años después, en 1984, comenzó a funcionar su iluminación, lo que hizo más atractivo este monumento.

Por mucho tiempo la cruz quedó a oscuras, pero a mediados de enero del 2021 se retomó su iluminación.

Dolorosa historia

A pesar de los majestuosos paisajes que encierra Alajuelita, una de las historias más tristes del país aconteció en este lugar: la masacre del 6 de abril de 1986, un capítulo gris para la sociedad costarricense.

El asesinato de siete mujeres (Marta Eugenia Zamora Martínez, de 41 años; sus hijas María Gabriela, de 16, María Auxiliadora, de 11 y Carla Virginia Salas Zamora, de 9 y sus sobrinas Alejandra, Carla María y María Eugenia Sandí Zamora, de 13, 11 y 4 años, respectivamente) tiñó al cerro de mala reputación.

Espantoso, triste e impune… todos esos calificativos caben para catalogar lo acontecido hace más de tres décadas en este hermoso lugar

Hoy el sitio ha vuelto a convertirse en un lugar para visitar.

Muchas personas suben por distintas razones: algunos para mejorar su condición física, otros para despejar la mente y, finalmente, aquellos que como yo, subimos para vivir la experiencia.

*Esta nota es parte del convenio con Digitus CR, el laboratorio de innovación y producción de la Facultad de Periodismo y Comunicación de la Universidad Federada San Judas Tadeo. 

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