- Tiene un restaurante caribeño y otro de comidas variadas
Redacción – ¿Se acuerda de esas deliciosas recetas del chef Óscar Castro? Posiblemente lo vio alguna de las múltiples veces que ha salido en televisión, pero su historia dio un giro de 180° durante la pandemia.
Antes de la pandemia, Castro se dedicaba a las artes culinarias por medio de su escuela O’Sullivan Culinary, pero lo perdió con la llegada del Covid-19.
«Durante la pandemia, perdí mi local de la escuela. Un local que había construido y pagaba al banco un platal por 14 años. Con la pandemia, me mandaron a cobro judicial y me remataron. Se adjudicaron ellos el bien. La incertidumbre era gigante, yo pasé a tener cero ingresos, no había una sola cosa que me generara (dinero)», contó el reconocido chef a AMPrensa.com.
Cuenta que la necesidad le obligó a buscar otras alternativas. Y aunque suene irónico, él no sabía hacer pan, así que aprovechó la oportunidad para asumir el reto de hornear y regalarlo entre sus vecinos.
Castro se dio cuenta de que su pan realmente estaba siendo todo un éxito en la comunidad, por lo que aprendió a hacer pan francés y europeo para vender.
«En Hatillo yo tenía un local para hacer una chocolatería, pero yo dije ‘no, aquí es vendiendo pan'», agregó.
Pero la historia no termina ahí. Aún vendiendo pan, sus ingresos no eran suficientes, tanto así que redujo considerablemente el dinero que cada dos semanas destinaba para sus hijos, pues no le alcanzaba para más. Él sabía que debía aventurarse a un reto y tomar las oportunidades que le presentaba la vida para poder establecerse durante la crisis.
«Hace un año, yo le daba ₡40 mil por quincena a la mamá de mis hijos. Ella sabía cómo estaba la situación, entonces me decía ‘¿no los ocupás?’ Después de tener una dinámica financiera más fluida, llegué a aportar ₡80 mil al mes por mis tres hijos. Hoy veo que hacemos algo en medio de una crisis», explicó.
Como nada en esta vida es casualidad, el destino hizo que el chef Óscar Castro se topara con el chance: un restaurante de comida caribeña, pero sí, ahora tiene dos después de tanta incertidumbre y esfuerzo.
«Un amigo de la juventud, me llegó a buscar para comprar pan y me dijo que tiene restaurantes en Santa Ana y Heredia y me dijo que le gustaría hacer algo conmigo. Un vecino del barrio, era el gerente general de Plaza Tempo y me dijo que hay un local donde podría poner una cafetería. Fuimos a ver el local y estando ahí le dije ‘y ahí, entre esas barras, ¿hay alguna disponible?’ Y me dijo que sí, pero solo para comida caribeña, y así fue como nació Sabor Caribe», comentó.
Antes del restaurante, sacó un libro de recetas con el mismo nombre, pero no tenían presupuesto para los costos de impresión. Por ello, tuvieron que idear una estrategia para poder costearlo y sacarlo a la venta.
«El libro lo sacamos en marzo y no teníamos plata para empastarlo. Desde diciembre habíamos impreso el libro y no nos alcanzaba para armarlo, entonces le digo al dueño de la imprenta, a mi amigo Mauricio Ruiz, ‘hagamos preventa. Bajamos el precio, hacemos una promoción y que la gente nos compre por adelantado para poder salir con el libro’. Yo empecé a hacer lives con recetas del libro. Ocupábamos vender 100 libros y logramos 145 en preventa. Mi amigo Marco Tijerino me dijo que le pusiéramos al restaurante igual que al libro, y así lo hicimos», destacó.
Su segundo restaurante está ubicado en Escazú, pero no estaba planeado. Fue hasta que uno de los socios del local le ofreció abrir ahí y, luego de probar uno de sus platillos en Sabor Caribe, le dijo «esto es lo que necesito allá».
Desde el 1° de octubre, Castro ha trabajado con su equipo para armonizar el espacio, decorar y tener todo listo para ofrecer un poco del sabor caribeño en una zona muy céntrica.
Un mes exacto después, abrió sus puertas al público en general para que prueben la múltiple oferta gastronómica que tiene el chef para ofrecer con sabor a coco, salsa caribeña, chile panameño y otros ingredientes exquisitos.
«Yo estoy que no me lo creo», dijo sobre su segundo local.
Los socios de este restaurante en Escazú tienen ahora la visión de abrir en el centro, en el norte y en el este de la capital.
Aunque no es la primera vez que el chef tiene restaurantes o locales de comida, quiere que este proyecto crezca aún más que los que tuvo en su momento y asegura que no le volverá a suceder lo que le pasó con la pandemia, cuando vivió la falta de ingresos en carne propia. A esto él le llama «reinvención por supervivencia».
Castro aún mantiene en funcionamiento su academia de artes culinarias y su restaurante La Joya 23, donde ofrece comida rápida, su popular rice and beans y platos fuertes a sus clientes.