- No muchos tienen la valentía de transitar el camino del desarrollo personal, en un mundo que nos da todas las herramientas para conseguirlo.
Director de Humano Inteligencia Empresarial S.A.
alex@humanocr.com / www.humanocr.com
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El crecimiento personal se puede tomar como un tema de moda, el sabor del mes o una lucrativa opción para generar múltiples títulos de éxitos de librería.
Sin embargo, por sí sola la decisión de desarrollarnos o crecer personalmente no nos llevará muy lejos, porque la decisión sin acción no sirve para mucho. A decir verdad, no sirve para nada.
Cuando nos involucramos con la idea de querer llevar a cabo nuestro crecimiento personal tenemos que analizarnos hacia adentro y no tanto hacia afuera. Entran en juego altas dosis de introspección, un término que se refiere al análisis de nuestra propia consciencia y de nuestras actitudes para reflexionar sobre ello y luego ponernos manos a la obra (acción). La decisión con acción es lo que nos coloca en la autopista del crecimiento personal.
¿Pero tendrá sentido hablar del “ser” en una época donde pareciera que importa más el hacer y el tener? No sé si a usted le sucede, pero lo normal que uno escucha en las personas que lo rodean es: “Quiero tener una casa más hermosa y cómoda”, “deseo viajar y conocer otros países ”, “quiero cambiar de vehículo por uno más moderno”, “deseo terminar la universidad”, “espero poder cambiar de trabajo en los próximos meses”.
Todos los anteriores son deseos enfocados en el hacer y el tener, donde ponemos la mira fuera de nosotros. Y no es que eso esté mal, es bueno tener ambición y querer alcanzar cosas materiales; crecer en abundancia y prosperidad no es negativo, al contrario. No obstante, el crecimiento personal trasciende a la persona en el ser y no en el hacer o el tener.
Lo que si no es común escuchar en las personas es: “cambiaré mi actitud negativa hacia mi jefe o compañero de trabajo”, “voy a desarrollar más autocontrol para evitar mis reacciones airadas y coléricas”, “estoy harto de mí mismo porque siempre ando chismeando y hurgando en la vida de los demás, no lo haré más”, “ya no seré tan negativo en la forma en que veo las cosas que me pasan”, “ya no me ofenderé cuando alguien opine o piense diferente a mí”. En el momento en que uno hace propias algunas de estas frases y las pone en acción el desarrollo personal comenzará a acompañarnos en un viaje que puede durar toda nuestra vida.
Pero para cambiar ese “chip” que nos guía hay que dejar de hacer lo que estamos haciendo y comenzar a hacer lo debemos hacer, aunque nos resulte incómodo e inquietante.
Aquí es donde comienza la brecha entre “quiero hacer” y “voy a hacer”, porque siempre será más más fácil no cambiar que cambiar, es más sencillo seguir haciendo lo que estoy haciendo que incomodarme con cambiar algo, sobre todo cuando la situación es conmigo mismo.
Somos expertos es querer cambiar lo que pasa al otro lado de la ventana, pero frente al espejo no somos tan exigentes. El crecimiento personal es incompatible con la comodidad, el desarrollo personal es salir de la zona de confort, ese lugar de inacción que conocemos con tanta propiedad y en el que somos los amos y señores.
Algunas preguntas puntuales le pueden ayudar para comenzar con su introspección, autoanálisis y autocrítica. Hágaselas usted mismo: ¿En estos momentos soy yo la persona que quiero ser?, ¿Soy yo la persona que quisiera tener como amigo?, ¿Soy yo el compañero de trabajo que me gustaría tener?, ¿Qué actitudes no soporto de mi mismo?, ¿Cuál es la diferencia entre estar vivo y estar viviendo realmente?, ¿Los frenos para no desarrollarme personalmente están afuera o adentro?
Entonces que es el crecimiento personal: ¿Tema de moda o utopía? Si para usted la utopía es algo definitivamente inalcanzable siga haciendo lo que está haciendo, no significa que vaya en el camino equivocado.
Pero si el crecimiento personal le resulta algo con sentido, póngase a trabajar en sus áreas personales que necesitan un cambio. Al final de cuentas orientarse hacia uno mismo es el camino más satisfactorio que se pueda transitar, ya que genera impacto positivo en nuestra propia vida y en nuestras relaciones.